Opinión Articulistas

¡Caramba, doña Mary!

¡Caramba, doña Mary!

Dr. Pedro P. Paredes

La recuerdo en el año 1956 cuando Celso y yo íbamos a cursar el preprimario en el Colegio del Apostolado, entonces solo de niñas donde por brillante ocurrencia de doña Mary se nos permitió a Celso, José Benigno Camilo, un chico de apellido Richardson y yo, no sé si me queda alguien, cursar por lo menos dos años en este recinto esencialmente para hembras.

En aquel momento y para mi edad, sólo entendí que debíamos formar un grupo de párvulos varones para que Celso se sintiera menos aislado en una población solo de niñas; de las chicas recuerdo algunos nombres como Rosy Schiffino, Mariluz Valdez, Altagracita Cohén entre otras.

Créame, el experimento dio muy buenos resultados; esos ángeles vestidas de monjas del Apostolado lograron que en una época de separaciones de niños y niñas, todo el grupo fuera una hermandad infantil por dos años.

De ahí salimos cada varoncito a su colegio de varones y en el caso mío y Celso al Calasanz.
Pero la vida nos seguiría uniendo porque en 1970 en un incidente aún no aclarado mi querida hermanita fue víctima de un torpe accidente militar en la época oscura de los 12 años de Balaguer.

Mi madre, que asistía en Santiago de los Caballeros a las bodas de plata de Rafael Armando Vallejo Lora, el carro en que viajaban fue baleado en el puente de La Vega. No tenemos aún hasta ahora, una versión clara de qué y porqué sucedió eso. Pero la muerte de Patricia María hundió a mi madre en un duelo profundo.

He aquí donde esta horrible tragedia vuelve a unir a Margarita Vallejo y Mary Marranzini.
Doña Mary sabiendo el terrible dolor de mi mamá, se presentó en casa una mañana y le dijo “doña Margarita, muchas otras “ patricias” la necesitan!

Desde ese día, mi madre día por día se entregó al Centro de Rehabilitación, ese hijo prodigio de doña Mary donde tantos seres humanos afectados por lesiones físicas y psiquiátricas han reganado funcionabilidad y obtenido un nuevo sentido para sus vidas
El centro de rehabilitación devolvió la vida a mi madre.

La obra que desarrolló Doña Mary que tiene pocas comparaciones como legado transformador, en grupos con discapacidades la hace más que meritoria, para que este día donde ella abandona este plano terrenal sea recordado como el día del discapacitado en vías de rehabilitación.

Su voz dulce y su sentido de determinación frente a buscar soluciones a problemas complejos no los olvidaré jamás.

Por: Dr. Pedro P. Paredes
drpedroparedes@gmail,com

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación