Aunque la arquitectura no es de esa época, el nivel de abandono y suciedad en que se encuentra esta estructura que la Procuraduría General de la República insiste en llamar cárcel, no puede ser más parecido a los centros para purgar condenas de hace cinco siglos. Anteriormente era una capilla de oración para los cristianos de San Luis, pero ahora alberga a decenas de presos en condiciones infrahumanas.