
Cambiaron el mundo e impactaron en la vida de las personas en el planeta, añadiendo facilidades e innovaciones hasta convertirse en el gran negocio que es hoy
Sylvan Nathan Goldman nació en Oklahoma en 1889. Hijo de inmigrantes letones, creció en una familia de emprendedores que era dueña de varias tiendas de alimentos en Tulsa, Oklahoma, de quienes aprendió el negocio.
Cuando tenía 15 años comenzó a trabajar en una de las tiendas de su tío, pero, tras estallar la Primera Guerra Mundial, decidió alistarse para participar en los combates.
Terminada la guerra, se unió a su hermano y parte de su familia para comprar varias tiendas. El negocio marchaba bien, pero, como cuenta la Oklahoma Historical Society, sería en la década de 1930 cuando Sylvan realmente lograría algunos triunfos.
En 1934 compraba una cadena de supermercados que acababa de cerrar sus puertas: Humpty-Dumpty, y la convirtió en uno de los negocios más grandes del centro de Oklahoma.
Este emprendedor disfrutaba observar, buscando mejorar la operativa de sus tiendas y hacer más fácil la vida de sus compradores. Sólo de esta manera podría vender más y obtener más ganancias.
Un día, mientras observaba cómo sus clientes hacían sus compras, se percató de que muchos de ellos, cansados de sostener los productos entre sus brazos o en las cestas, abandonaban la tienda.

Los clientes se veían afectados al tener que cargar bolsas incómodas o que estaban a medio llenar, por temor a que se rompieran, lo que les impedía comprar de manera tranquila en sus negocios.
Entonces comprendió que, si deseaba incrementar las ventas, necesitaba que los clientes adquirieran los productos con calma, tranquilidad y comodidad. No podían dejar de comprar por culpa de esas bolsas y cestas. Tenía que ayudar a sus clientes a comprar. Así que decidió hacer algo al respecto.
Su primera idea consistió en colocar a cada uno sus empleados en los pasillos, para ayudar a los clientes, con las cestas. En cuanto veían que alguien llenaba su cesta, se ofrecían a llevarla a la caja y les daban una vacía.
Lo puso a prueba durante varias semanas, pero no funcionó debido a la dificultad de la logística y a que los trabajadores debían ir de extremo a extremos de los pasillos del negocio.
En 1936, junto al mecánico Fred Young, se le ocurrió una idea que revolucionaría para siempre la manera en que compramos. Ponerles ruedas a sus cestas. Y para ello soldó unas ruedas a una silla, y sobre esta soldó una de las cestas que tenía en sus tiendas.
Tras mejorar el prototipo durante varios meses, decidieron fabricar varios de estos carros, hasta que el 4 de junio de 1937 los pusieron en uno de sus supermercados para ver qué tal funcionaban.
Goldman no se desanimó y recurrió a un ingenioso truco de marketing, contrató a varias mujeres y hombres para que paseasen por su supermercado con los carritos, haciendo ver que compraban y demostrando su utilidad, mientras una persona en la entrada del establecimiento instaba al resto de los clientes a que también cogiesen un carrito.
Al darse cuenta de que el negocio podría ser muy rentable, patentó su invención. Poco a poco, el carrito de la compra fue conquistando cada rincón de Estados Unidos y los demás supermercados comenzaron a pedirle que les vendiera sus carritos.
Por ello, en 1947, Goldman creó su fábrica de carritos: «Folding Carrier», que llegó a tener una lista de espera de más de 2 años, y que lo convirtió en multimillonario.

El carrito original tuvo muchas mejoras, como la «puerta abatible» para encajar un carrito con el siguiente, o el asiento integrado para niños, que fueron ideas del propio Goldman.
El carrito de supermercado cambió el mundo e impactó en la vida de todos los seres humanos del planeta. Su invención ha originado un sinfín de ideas que se han convertido en uno de los mayores negocios del mundo.
El autor es periodista.