Distinguido Ciudadano Presidente:
Las dominicanas, acudimos a Ud. como último eslabón de la cadena que nos amarra a la injusticia y que ignora a la mitad de la población, las mujeres. Así lo ha decidido un Congreso empachado de poder para sí mismo, androcéntrico, corrupto y libre de culpa, al votar una reforma al Código Penal que nos mantiene en el siglo XVIII.
El Congreso ha decidido que sigan muriendo mujeres con embarazos riesgosos para su vida; que niñas embarazadas forzosamente, sea hasta por sus padres y familiares masculinos, alumbren hijos incestuosos y muchas, mueran en el intento, manteniendo el aborto absolutamente penalizado. También ha decidido, reconocer solo el feminicidio ejecutado dentro de la pareja, dejando fuera cerca de la tercera parte de las muertes violentas de mujeres por razones de género.
El ejercicio de la política en nuestro país, como hace 50 años, mantiene al funcionariado y militancias que lo apetecen, en permanente campaña electoral, aliando fuerzas con poderes fácticos que prometen y amenazan, autoamordazándose por conveniencia de un interés que nada tiene que ver con el desarrollo y crecimiento de la nación.
En ese sentido, el Estado dominicano desde el trípode del poder, ha sido administrado de manera pusilánime para las mujeres, mitad de la ciudadanía y mayoría de votantes del país, y como si fuera poco, mantenedoras de la economía de crisis, siendo 40% de los hogares totalmente sostenidos por mujeres, para otro tanto que aportan a los dirigidos por hombres, como obligación para sobrevivir.
La desigualdad ignorada por el Estado dominicano administrado, mantiene una llamada “democracia” de discriminación e injusticia, en violencia estatal contra las dominicanas.
Al año, una media de 200 mujeres muertas por violencia machista; más de 180 muertas por causas asociadas a la maternidad; más de un cuarto de los embarazos, de adolescentes y un alto porcentaje, como fruto de violaciones; aumento en las violencias basadas en el género, contra mujeres y niñas, y violaciones sexuales; niñas atrapadas en un ejercicio de sexualidad con enfoque machista, sin educación sexual en las escuelas, jugando a una maternidad descontrolada y obligada; ministerios de Salud, de Educación, de Cultura y demás, totalmente insensibles al problema más grave de salud y de derechos humanos de la historia de la humanidad! Un panorama que requiere acciones inmediatas, no campañas y discursos de lamento, pero que no tiene eco en el quehacer nacional oficial y que un costoso Congreso para el pueblo, no siente como su responsabilidad.