Por las mujeres
Señor director:
Muchas gentes preocupadas por los grandes males que nos aquejan, ponen énfasis ahora en el feminicidio. Y tiene que ser así, porque no hay un día en que no haya un reporte sobre este problema.
Hay que tomar en cuenta que el entorno social es tan influyente como la familia, para que la población actúe apegada a los valores y exhiba la conducta deseada, en lo correcto, moral y ético. Si los niños no son educados en valores, si las nuevas generaciones no reciben una educación contra la violencia, el feminicidio seguirá siendo un problema.
Es obvio que los modelos negativos que tenemos, que han perjudicado a este país, carecieran de formación en valores. Los narcotraficantes no fueron formados como eso, pero fueron formados sin tomar en cuenta esos valores. Esos niños son los futuros altos oficiales militares y policiales y hay que evitar que, en los años venideros, ellos carguen con las graves imputaciones con que cargan los de hoy.
La sociedad debe ponerse de pie contra la falta de valores morales. Quienes cometen ciertos delitos deben sentir el repudio de la sociedad.
Hay que ver que muchos padres millonarios han sido sometidos a la Justicia por negarse a mantener a algunos de sus hijos o por maltrato a sus parejas. La delincuencia con saco y corbata sigue siendo un problema serio.
Los feminicidas no nacieron asesinos, pero adquirieron la violencia y la costumbre de arrogarse el derecho de matar o de maltratar.
El inicio de una relación violenta es el inicio de un camino que nadie sabe a qué lugar podría conducir. Y es la explicación al alto registro de feminicidios.
En esta sociedad se rinde culto a las madres, pero se hace sin tomar en cuenta que la paz solo nace del respeto al derecho ajeno.
Las mujeres deben ser respetadas como seres humanos, y quienes no lo hagan deben recibir el rechazo de la sociedad y sus instituciones. Aquí, muchos hombres violentos han ascendido a pesar de que se conoce su condición.
Esos hombres son potenciales feminicidas, porque no han encontrado cerradas para ellos las puertas que han querido abrir. No podemos espantarnos solo ante el hecho consumado, tenemos que evitar que así sea.
Hay que enfrentar la violencia de género, y hacerlo con firmeza.
Atentamente,
Aníbal Peña C.
Santo Domingo

