Carta de los Lectores Opinión

Carta de los lectores

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El caso de mi tía
Señor director:
El sábado 28 de septiembre pasado me avisaron que la vivienda de mi tía materna, Pura Pérez de los Santos, había sido arrasada por un inesperado y gigantesco incendio que destruyó todos los ajuares, fotos, documentos y recuerdos familiares. Revisando documentos quemados hallé restos de una foto tomada en los años 40, en la que aparecía mi abuelo paterno, el Viejo Paul Phillip, un inmigrante de las islas inglesas del Caribe, experto en metalmecánica, especialmente en torno y fresadura.

De pronto recordé la sentencia del Tribunal Constitucional declarando que los hijos de extranjeros que residen ilegalmente en República Dominicana, no tienen la nacionalidad dominicana. La sentencia me vino a la mente, porque de haber sido emitida esta durante la vida de mi abuelo, probablemente mi padre, yo y mis hermanos estaríamos en las mismas condiciones que hoy enfrentan miles de hijos de familias formadas por inmigrantes haitianos.

Digo esto, porque mi abuelo, el Viejo Paul (Polo, como le decían algunos) llegó al país en 1912 desde la isla de Saint Kitts, con un permiso de trabajo de dos años, el cual renovó en 1914 por un período igual, hasta 1916. A la llegada de los norteamericanos, con motivo de la primera ocupación militar, ni abuelo no solicitó la renovación de su permiso de estadía, ni nadie se lo exigió, por lo que su residencia en República Dominicana no era legal.

Así pasaron los años, nació mi padre y una hermana que luego murió. Mi padre tuvo su familia y yo y mis hermanos hicimos nuestras propias familias a la vez, pero todos a partir de aquel “Cocolo”, cascarrabias, que siempre exigía que las cosas se realizadas dentro de la regla. Me horroriza pensar la reacción que hubiese tenido aquel negro melcochoso, experto en matemáticas, que vino a trabajar en los ingenios azucareros, que terminó sus días viviendo de lo que le rentaban varias casitas en el barrio de Gualey, si hoy, un tribunal le hubiese dicho que era un ilegal porque no renovó su permiso de estadía en el año de 1916.

Creo que el Tribunal Constitucional adoptó la decisión que sus miembros consideran correcta y eso es plausible, porque de aquí en adelante habrá que debatir el tema hasta una solución definitiva. Pero también creo que el Tribunal Constitucional debió sopesar muy bien su decisión porque, en temas como este, hay que tener los pies muy bien puestos sobre la tierra, pero la cabeza unos palmos más arriba.
Atentamente,
Ruddy Germán Pérez.

Sudelka Garcia

Periodista de El Nacional Digital