Embajador y los partidos
Señor director:
La pluralidad y el surgimiento de diferentes corrientes en la vida política nacional, es una necesidad. Ahora, eso no se puede confundir con el reparto de pedazos de pastel entre sectores que perdieron simpatía popular.
La pluralidad se debe mantener, pero a un partido no se le tiene que regalar nada, sino que con su trabajo sus dirigentes y militantes deben demostrar hasta donde pueden llegar.
Si un partido determinado cuenta con el favor popular, y consigue dominar todos los poderes del Estado, en buena lid, sólo queda esperar a las próximas elecciones, para que el ciudadano vote de acuerdo con su conciencia.
Pero el menos indicado para hablar de pluralidad política es el embajador de los Estados Unidos. Siempre la política norteamericana en el país ha sido excluyente de los sectores populares, y busca mantener la actividad partidaria de acuerdo con sus intereses. Aunque sean transparentes.
Los norteamericanos no pueden hablar de pluralidad en el país, porque ellos han sido los responsables de dos intervenciones armadas, donde se trató de echar a la basura la dignidad nacional.
Los dominicanos despectivamente llamados gavilleros, se levantaron en armas contra el interventor norteamericano, al igual que los constitucionalistas, que deseaban el retorno –sin volver a elecciones- de un gobierno democrático víctima de un Golpe de Estado.
Fueron esas tropas norteamericanas que de un simple guardia llevaron a Trujillo al poder, y lo mantuvieron durante 31 años. Nunca se preocuparon los norteamericanos por la diversidad de opiniones.
Asimismo, de la Guerra de Abril los nortamericanos impulsaron los 12 años de gobierno del doctor Joaquín Balaguer, donde se llevó a cabo una verdadera guerra de exterminio contra la juventud progresista, o que deseaba cambios sociales.
Con todas sus imperfecciones, la democracia avanza en la República Dominicana. Las debilidades institucionales y de sus partidos, es propia de una sociedad que tiene los pies de gelatina. Son esos mismos norteamericanos los que han impedido el pleno disfrute de la independencia económica y social.
Dentro de la pluralidad política es válida la opinión del embajador norteamericano sobre los partidos nacionales, pero en la historia dominicana su gobierno se ha portado más como verdugo que como guía y maestro.
Atentamente,
Manuel Hernández Villeta