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El papa Francisco

El viejo catolicismo –

Señor director:
Vemos regocijados que el Papa Francisco está decidido a sacar a la iglesia católica de su anquilosamiento. Este último viaje de Jorge Mario Bergoglio, que lo llevó desde el Vaticano, la última Teocracia, a Cuba, el único país comunista de América y desde allí a Los Estados Unidos de Norteamérica, cuna del capitalismo salvaje y brutal, parece ir en esa dirección.

El Papa nos sigue sorprendiendo con un discurso cada vez más vanguardista, esperanzador y humano. Rezagadas van quedando las arcaicas ideas de la inquisición, las bulas y hasta las mentiras. Francisco, parece haberse dado cuenta de algo que ya habían observado otros religiosos tiempos atrás.

Nos dice que «La educación es un acto de amor, es dar vida”. Pero ya en el siglo XVI, el Teólogo Martín Lutero, con su reforma protestante, inició una campaña de alfabetización para que el pueblo pudiera leer la biblia, mientras que en los países católicos, era suficiente que el cura del pueblo supiera leer.

Ya en el siglo XVIII, en Inglaterra y Holanda, el 70% de la población sabía leer, mientras que en España y Portugal, lo hacían menos del 10%. Esto dio lugar a que los países del norte de Europa comenzaron a interesarse en la lectura de libros de variados temas, mientras en el sur, la inquisición los quemaba.

Francisco nos habla de que la Biblia dice que “la gran amenaza para el plan de Dios sobre nosotros es, y siempre ha sido, la mentira”. Para los protestantes, mentir es un grave pecado, no solamente eclesiástico sino social. Un político alemán o sueco suele dimitir si se demuestra que han mentido. Lo mismo sucede en los Estados Unidos, un país de mayoría protestante, donde hasta puede ir a prisión.

En nuestros países católicos, la mentira inunda la política, la administración y las finanzas y no puede confiar en nadie. A esto podemos agregar el robo que es severamente castigado en los países nórdicos, mientras que en los nuestros es parte de la cotidianidad.
Tanto es así que hace poco, en la ciudad de Nayarit, México, un Edil fue atrapado robando y mintió y denegó que había hurtado. Finalmente lo admitió, pero con estas palabras; “Si, robé, pero fue muy poquitito”.

El Papa Francisco nos habla de riquezas compartidas. Ya no es una obligación ser pobre para llegar al reino de los cielos. Nos dice que es necesario hacer de modo que si se poseen riquezas éstas sirvan al “bien común”. Porque la abundancia que se vive de manera egoísta es “triste”, quita “esperanza” y genera “todo tipo de corrupción”.
Atentamente,

Carlos McCoy
carlosmccoy@ymail.com

El Nacional

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