Mariano Germán
Señor director:
En nuestro entender, debemos aplaudir las decisiones del Consejo Nacional de la Magistratura por la elección de los tres presidentes de la Suprema Corte de Justicia, del Tribunal Constitucional y del Tribunal Electoral.
No hay que quejarse de que la influencia política de los partidos políticos haya ejercido su función de poder en la selección de los tres Presidentes y de los miembros de las Altas Cortes porque son producto del poder político y de la influencia partidaria.
Es obvio que el poder político está en manos de los políticos porque son los que se dedican a esa actividad.
Y mientras la ejerzan dentro de los cánones legales, pueden ser aceptados sin excesivos miramientos, y sobre todo, sin razonamientos hipotéticos que, finalmente, giran en el vacío. Aunque permanezca siempre a salvo el derecho a opinar.
En concreto, me ha llenado de elevada complacencia personal la elección del doctor Mariano Germán, a quien no conozco ni he tratado.
Supe del doctor Mariano Germán cuando sucedió aquel luctuoso y sacrílego hecho del sacerdote que salió oscuro de madrugada en su carro desde su parroquia del Sur profundo y cuando llegó a la sede de su congregación de los Sagrados Corazones, encontró todo cerrado y al momento de tocar a la puerta, un policía, en aquellas patrullas de a pie, lo confundió con un ladrón y lo masacró a tiros de su revólver de reglamento.
En aquellos luctuosos momentos, un abogado de familia muy religiosa y el también hombre de fe católica dio un paso adelante en defensa desinteresada de los derechos del difunto sacerdote y de su congregación. Aquel abogado fue el doctor Mariano Germán.
Logré comunicarme con el para, en ámbito sacerdotal, expresarle mi humilde solidaridad.
Hoy lo hago por estas líneas para hacer público mi más sentido reconocimiento.
Igualmente, aunque por distintos motivos y circunstancias, a los doctores Milton Ray Guevara, y Mariano Rodríguez, hijos eméritos y brillantes, primero como alumnos y después como ejecutivos de la prestigiosa Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
Atentamente,
Lic. Francisco Dorta-Duque
Santo Domingo

