Navidad
Señor director:
Cristianamente hablando, el motivo de la celebración de la Navidad es el milagro del nacimiento del niño Jesús. Es la celebración del cumpleaños del hijo de Dios. Ese hecho es la fuente de fe, productora de creencia, alegría, amor, solidaridad, afecto. Estos valores son compartidos por millones de seres humanos. Diversas son las modalidades conmemorativas de aquel acontecimiento, pero todas acogen y promueven el mismo objetivo y persiguen la misma meta fundamentada en la fe.
Tal conmemoración se ha ido tergiversando, anulando y/o invirtiendo, no obstante los sanos valores cristianos que la sustentan, afectando así la convivencia en el mundo y, en singular, en la República Dominicana, donde cualquier ciudadano o ciudadana, en vez de la libertad, promueve y practica el libertinaje, en gran medida asimilado en el contacto con la gente de poder y de mando.
Por la Navidad, se afecta todo el mes de diciembre en perjuicio de la gente pobre. Todos los alimentos aumentan sus precios, y algunos, como las carnes, llegan a lo abusivo. Los precios del transporte de pasajeros y de carga, se disparan; la perversidad de la música ruidosa obstaculiza el sano compartir en familia; la ropa y el calzado suben de precios; y los delincuentes y traficantes de drogas aumentan su nivel de actividad.
Los materiales de construcción suben a las nubes; las felicitaciones son un decir carente de sentimiento verdadero; la basura se multiplica y la incapacidad de los cabildos se multiplica; los recolectores de desperdicios sólidos privilegian el picoteo que Balaguer legitimizó; la denigración a los necesitados se multiplica con dádivas de los políticos, los gobernantes y funcionarios que se promueven con el dinero ajeno. El entaponamiento vehicular aumenta los costos y agota la paciencia de los conductores; los heridos, intoxicados y muertos se cuentan por decenas, a pesar de que ya son pocos los heridos y mutilados por fuegos artificiales.
Los tradicionales Reyes Magos motivan la primera zafra del año para el comercio. Los padres, madres y tutores acomodados anticipan la compra de juguetes; los que no pueden se preparan buscando prestado, empeñando lo poco que tienen o pidiéndoles a los políticos para cubrir la demanda de niños y adolescentes. Pero al fin, muchos bolsillos llenos y más bolsillos vacíos; ninguna justicia social, poco de cristiandad y poco de fe.
Atentamente,
Lic. Santiago Martínez
Santo Domingo

