Políticos infatuados
Señor director:
Los infatuados políticos incrustados en los partidos, viven enfermos por exceso de creencia y satisfacción en sí mismos. Tal condición, entendida como petulancia ha caracterizado a varios partidos y a sus partidarios, siendo el más afectado el Partido de la Liberación Dominica con maestría en esa patología. Se venden como demócratas, y están insertos en los partidos más masificados de esta sociedad que lleva más de dos siglos aspirando ser un verdadero país, pero los políticos egoístas e irresponsables han sido la principal retranca para el desarrollo y bienestar que necesita y merece esta patria. Bien lo evidencia la crisis que vive el PLD en perjuicio de la sociedad entera.
Dos corrientes, de la misma monta, hijas de la misma casta morada, dicen liderar al PLD, impulsados por su riqueza, su enemiguez, su impunidad, la competencia y la ambición de poder personal y grupal, exponiendo el país a una crisis, no se sabe con qué derecho.
Dos corrientes que patrocinaron la compra masiva de votos cerca o lejos de las urnas. Dos corrientes que tuvieron dos décadas para conciliar sus diferencias políticas y personales, su machismo no se lo permitió. Se hacían aparentar que las heridas eran superficiales y curables pero era fingiendo. La gente entiende que es un show entre iguales y que sus faltas y sus culpas son más o menos las mismas, y por demás, son hijos de la misma madre política, PLD.
La gente les recuerda que en anteriores procesos electorales presidenciales donde ellos, Danilo y Leonel, fueron candidatos, o uno de ellos era gobernante, hubo serias distorsiones y grandes manchas que nunca fueron esclarecidas por la dirección peledeistas que dirigía la JCE, de Roberto Rosario, miembro del Comité Central del PLD, hoy destacado analista, defensor de la transparencia electoral que él nunca propició, y su gestión se caracterizó por los vicios fraudulentos en todos los procesos eleccionarios contra los que no eran de su partido.
La gente opina que si por estas recurrencias no era sometible a la justicia, debió serlo por los 40 millones de dólares de los escáneres que no sirvieron para nada, y que todavía se paga por su protección donde reposan como deshechos. En vez de estar callado, con la cara en un macuto, este hombre está dando las lecciones de seriedad, pulcritud y transparencia que no dio en el cargo que le confió el senado de la República y su partido.
Atentamente,
Lic. Santiago Martínez