Reparar la injusticia
Señor director:
Ver o leer la noticia de tantos viejos dando lástima por una pírrica pensión, produce gran conmoción en quienes repudiamos las iniquidades. No es secreto que con frecuencia pensionan a profesionales de diferentes áreas con 40,000 y 50,000 pesos, y hay quienes no necesitan esa subvención. Peor aún, pensionan a algunos que nunca han sido empleados públicos. Según dicen, hay favorecidos a quienes ese ingreso le cayó como el maná, del Cielo, pues no lo solicitaron.
Y los que atónitos vemos el peregrinar de esos ancianos en calidad de mendigos, pensamos que quienes deben ser favorecidos con pensiones, porque las ganaron con el duro trabajo de ser cañeros, no deberían tener que solicitarlo, deberían recibirlas por un mecanismo legal que funcione de manera automática.
Es injusto también lo que ocurre con otros exempleados que reciben pensiones de 5,000 pesos. Eso solo les da para comprar algunos medicamentos. A los trabajadores portuarios pensionados les deben unos 12 meses y hay viejitos que sobrepasan los 80 años.
Pero parece que es demasiado pedir, cuando se trata de que las autoridades cumplan con su rol, en un gobierno plagado de ministros, vice- ministros y funcionarios indolentes, elitistas, y casi todos enemigos de los pobres.
No es extraño que los derechos constitucionales de esos trabajadores retirados les importen un comino. Si así no fuera, harían una de dos cosas, les resolverían, o renunciarían de los puestos.
Así nos liberarían del espectáculo horroroso y degradante de tantos viejos convertidos en mendigos de sus derechos a una pensión digna. Hay personas que por muy pocos años trabajados en la administración pública son pensionados con el lujoso sueldo que devengaban y les depositan puntualmente, pues nadie se atreve a violentarles sus derechos. Aquí el Estado no es patrimonio de todos, es de los que obvian su rol de representantes, y eso es demasiado elemental, para que se hagan ignorarlo quienes se granjean malquerencia por doquier, y la agravante es que no quieren críticas a sus desaciertos.
Hay que ser demasiado descarado para aplaudir los abusos de quienes viven como reyes y entienden a los de abajo sus súbditos. Así no se vale.
Atentamente,
Lic. Teresa Gómez
Santo Domingo

