¿Pena de muerte?
Señor director:
En la ciencia física aprendemos que por cada acción hay una reacción; la sociología nos enseña que la falta de educación y oportunidades de empleos genera la pobreza, y la pobreza genera la criminalidad. La criminalidad es un subproducto del sistema económico, donde los seres humanos, cuando tienen hambre, en vez de pensar en un pedazo de pan, tienen la obligación de pensar en un peso.
En la República Dominicana, más de la mitad de la población del país vive en la pobreza. Es muy triste cuando en un país se quiere criminalizar la pobreza, o mejor dicho, aniquilar a los pobres.
El Congreso dominicano es una vergüenza, ya que la mayoría de sus representantes solo representan sus propios intereses personales y no les importa minimizar substancialmente la pobreza.
Esos diputados que le expresaron al jefe de la Policía que les dé para abajo a los delincuentes, pero que no deje que los medios lo vean no tienen respeto alguno por la institucionalidad democrática ni por el orden judicial de la nación.
¿A ellos, quién los disciplina? ¿Qué hacen estos diputados que sea positivo para el pueblo, para la nación? ¡Nada!
En un Informe Nacional de Desarrollo Humano del año 2005, República Dominicana se encuentra entre los 13 países que menos han aprovechado el aumento del ingreso per cápita en favor de su población, y más recientemente, en un informe internacional sobre transparencia, se reveló que es uno de los más corruptos del mundo. ¿Para qué nos sirve un Congreso que no representa al pueblo y solamente representa intereses partidarios y personales?
Atentamente,
Lic. Ricardo Tejeda Guerrero,
Hollywood, Florida U.S.A
El Estado
Señor director:
El Estado dominicano tiene que dejar de ser infuncional. Es preciso que garantice la seguridad ciudadana, y para ello no tiene que dejar de ser democrático ni hacer lo que dicen algunos diputados, que es eliminar personas. Las instituciones tienen que ser fuertes, pero democráticas; inflexibles con la delincuencia, pero no actuar como ellos.
No podemos vivir de espaldas a las leyes, no podemos recurrir a lo ilegal y a lo inmoral, y menos considerarlo remedio para los males. La actuación fuera de la ley está en el centro del problema, no es parte de la solución.
Atentamente,
Clara Ligia Rodríguez.
Santo Domingo.

