Señor director:
Cuando uno observa a la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) exigiendo aumentos de sueldos y otras reivindicaciones, se piensa que se lo merece por la labor que realiza en pro de la educación de nuestros jóvenes.
Pero existen profesores que deben prepararse para ejercer el magisterio, no sólo por el bajo nivel de preparación que tienen, sino por el poco sentido común que exhiben en el ejercicio de su carrera.
Algunos incidentes ocurridos en planteles escolares revelan que más que aumentos de sueldos, algunos maestros necesitan un incremento de sus conciencias como educadores, como verdaderos forjadores de juventudes.
Tal es el caso de una profesora del centro educativo Pedro Comprés, de la comunidad de El Cercado, en la provincia Duarte, suspendida temporalmente por el Ministerio de Educación, por tomar una decisión lamentable.
La “educadora” echó a pelear a dos niñas, luego de formar un círculo de estudiantes y advertir que quien interviniera para separarlas sería sancionado repitiendo la materia que ella impartía.
Las dos niñas se golpearon, se tiraron al suelo, se tiraron del pelo y se provocaron golpes y laceraciones diversas, ante la algarabía de los demás alumnos que aplaudían el espectáculo como en un Circo Romano.
Esa profesora demostró falta de tacto y violó el Código del Menor, al poner a pelear a dos menores de edad, que por demás son niñas.
El desagradable combate fue subido a las redes, lo que provocó que las autoridades del Ministerio de Educación suspendiesen por tiempo indefinido a la instigadora del pleito entre las menores.
Lo grave del caso es que el máximo dirigente de la Asociación Dominicana de Profesores en San Francisco de Macorís, salió en defensa de la profesora suspendida y justificó que los alumnos de cualquier plantel peleen, salvo aquellos que no se enfrentan a nadie a los que llamó “gallinas”.
Resulta increíble que el gremio magisterial tenga entre sus dirigentes a gente que piensa de esa manera como si el país viviera la época de la caverna, tomando como referencia acciones que son criticables en cualquier circunstancia.
¿Pensaría igual ese dirigente magisterial, si una de las niñas fuera su hija? Creo que no.
Atentamente,
Lic Melania Hernández Adón

