Señor director:
En una esquina, en mi vehículo, mientras esperaba la luz verde para cruzar una de las entaponadas esquinas de la Capital, un franqueador salió entre los autos que venían en la otra vía y se detuvo en la intersección, inmediatamente el semáforo me indicó el verde pero el oficial del orden me detuvo para darle paso a un vehículo de placa oficial que venía del otro lado de mi vía. Hasta que cruzó el funcionario tuve que esperar impotentemente como se acababa mi tiempo para cruzar porque una persona (aparentemente más importante y con más prisa que yo) no podía esperar de manera educada como lo indican las leyes de tránsito y prefirió coartarme mi derecho.
Iracundo, me atreví a emular el discurso más famoso del siglo pasado y dije: Yo tengo un sueño en que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales.
Yo tengo un sueño que en las acaloradas esquinas de República Dominicana las personas que están llamadas a servir a la nación como los funcionarios públicos sirvan como ejemplo del orden del que hoy carecemos en casi todos los ámbitos.
Yo tengo un sueño que algún día se comience a predicar con el ejemplo, que dejemos de pensar que el desorden es una enfermedad endémica, que lo llevamos en nuestra sangre o que es una estampa que viene como parte de nuestro nombre o apellido en nuestra acta de nacimiento; no, yo no me llamo Anatoli Desorden Peralta Santana.
Lo mejor de todo es que este sueño no es imposible de lograr. Muchos otros países han logrado cumplir con esto hace más de cien años. Lo peor de todo es que deja mucho que decir el hecho de que muchos países resolvieran este problema hace tantos años y nosotros todavía no hallemos el camino. Estoy seguro que, en un país donde tenemos un problema grave de seguridad ciudadana, los policías tienen mejor trabajo que hacer que franquear políticos.
Perdonen mi intento de plagio al coloso Martin Luther King, pero fue la mejor forma que encontré de expresar dos sentimientos contrastantes como la frustración y la esperanza.
Atentamente,
Anatoli Peralta
Santo Domingo

