Psiquiatría forense hoy
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Como les decía en la entrega anterior, un paciente con trastorno bipolar fue ingresado en el hospital durante una crisis maníaca, quien amenazó con darme cinco balazos si ordenaba inyectarle, pero cuya arma estaba ya en posesión de familiares. Ordené restringirlo a su cama, pero alguien lo liberó.
El enfermo, ya de regreso a su residencia, mató a uno de sus vástagos, que lo tomó como rehén, para evitar que lo reingresaran en el centro de salud, una tragedia muy lamentable para todos nosotros.
Luego, tuve que ir al tribunal en mi condición de perito y psiquiatra asistente a explicar lo que había sucedido y causa de la violencia ejercida por él. Estuvo imputado de homicidio y obtuvo su libertad dos años después.
En otros casos en que me ha tocado evaluar a imputados de violación sexual, robo agravado, violencia de género… muchos de ellos han tratado de salir descargados de sus delitos fingiendo estar muy enfermos.
No olvido la experiencia con un privado de libertad, que en los años 70s estuvo ingresado en el Hospital Dr. Francisco E. Moscoso Puello y se quejaba de cólicos nefríticos y en la analítica presentaba “hematuria”.
El caso no tenía explicación médica y me encargaron de darle seguimiento; le expliqué al “paciente”, que no era posible una hematuria sin que expulsara piedras (cálculos) en la orina; y cayó en la trampa.
Al otro día me mandó a buscar con la enfermera para que viera las “piedras” que había expulsado con la orina. En efecto, las observé en el recipiente; recogidas del piso por él y colocadas allí por ignorancia supina.
La interrogante tuvo su respuesta cuando revisé la cavidad bucal, donde hallé traumatizada la mucosa por mordeduras para extraer la sangre que escupía en la muestra de orina que sería analizada.