La delincuencia se nutre de la exclusión social. No tiene que ser sinónimo la criminalidad y los barrios tormentosos y abandonados. Pero es mayor el número de agentes del crimen entre los desarrapados sociales.
Los jóvenes que caen en las garras del crimen en cualquiera de sus manifestaciones, son víctimas y victimarios. Su pobre avance en el medio social, es una catapulta para que den pasos hacia la vida fácil, que en definitiva es la difícil.
Para enfrentar en forma decidida y real a cualquier manifestación de la delincuencia, es necesario mejorar las condiciones de vida de la gran mayoría de dominicanos, que viven en el detritus social.
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Los hijos de Machepa nacen sin el pan bajo el brazo y ya con el signo macabro del señalamiento de que tienen las puertas cerradas al progreso y la superación. Solo unos pocos romperán con la atadura de la miseria y podrán gozar de una mejor existencia.
Por desgracia, las barriadas marginadas y sus pobres moradores, solo tiene fuerza de decisión el día de las elecciones, y en muchos casos practican la abstención o le ponen precio a su voto.
No hay destino manifiesto ni providencial. Las variantes son las que señalan, en forma de estadística, que donde se pierde la esperanza y lo único que se escucha es el lamento de la miseria, hay mayores posibilidades de caer en la delincuencia.
Pero esa mayoría irredenta, levantisca, rebeldes sin causa y sin futuro, pensará que su única tabla de salvación es engrosar una pandilla barrial, donde se sienta importante y juegue con el peligro.. Es una mala escogencia que solo lleva a la cárcel o el cementerio.
Se puede comenzar con varios temas de agenda para mejorar las condiciones de los barrios excluidos, y es empezar a enfrentar la delincuencia, fuera de la óptica del intercambio de disparos y de la cárcel.
Es la escuela, el trabajo y el mejoramiento colectivo de la vida diaria de estos seres que a pocos les duelen. La deserción escolar torna ribetes dolorosos, por ser masivos, y por marcar para siempre al que no sabe leer o escribir, o solo hizo cursos elementales.
El pupitre tiene que llegar a cualquier parte del territorio nacional. Es igual que también debe hacer presente la asistencia social y alimenticia. Mejorar los cuartuchos para que se pueda desafiar los aguaceros y las inundaciones.
Los rebeldes sin causa dejan de ser rebeldes y comienzan a tener causa cuando directamente se trabaja en mejorar sus vidas. Prevenir antes que sepultar.
Manuel Hernández Villeta