Room.- La Habitación –
Room es una película pequeña –en su concepto y puesta en escena– pero con una tremenda ambición: capturar la atención del espectador e impactar a este profundamente. ¿Consigue el film su objetivo? Absolutamente.
Basado en un ‘bestseller’ de la escritora Emma Donoghue, quien por cierto también escribió el guion, el director irlandés LennyAbrahamson se las arregla para crear un drama perturbador, tenso y de una fuerza emocional irresistible.
¿Cómo lo ha logrado? Muy sencillo. Apoyado primero en un guion fluido, certero y con abundantes momentos de incuestionable intensidad dramática, y segundo, y aún más importante, mediante el magnetismo ineludible que ejercen los dos principales personajes del relato.
Jack es un niño vivaz, imaginativo y conversador. Al cumplir los 5 años, su madre con la ayuda de él mismo, le prepara un bizcocho de cumpleaños. Pero no tiene velitas para soplar, y Jack monta un berrinche que se oiría en toda la casa si eso, naturalmente, fuera posible.
Su madre entonces debe recurrir a las mentiras para consolar al pequeño. Esto no es nuevo. Al encontrarse ambos viviendo en una pequeña habitación en la que el niño ha estado en cautiverio desde que arribó al mundo,ese es el mundo en el que Jack nació y se ha desarrollado. Por ello, su madre ha construido para él un universo especial en el que la magia, la fantasía y las mentiras han venido a suplantar el mundo exterior.
Uno de los aspectos más interesantes de La Habitación es el enfoque o punto de vista desde el cual se plantea la historia. Esta pudo muy bien ser una película oscura, sórdida y trágica, pero en cambio el director Abrahamson optó por un tono un tanto ligero y esperanzador en el que prevalece la inocente y temerosa visión de un niño en el proceso de conocer y adaptarse a su ambiente.
El problema de la película es que no mantiene el mismo pulso narrativo; el ritmo decae considerablemente y la narración se torna plana y sentimental en su segunda mitad. Por tal razón, el film queda entonces notablemente delimitado en dos partes con desiguales alcances.
Ahora bien, aunque es preferible no abundar mucho sobre la historia de Room para no arruinar el personal descubrimiento y la emoción del espectador, la verdadera revelación aquí es la cautivante e increíblemente natural y convincente actuación del niño Jacob Tremblay.