El suceso durante el cual fue muerto un delegado del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en un centro de votación del barrio Simón Bolívar ensombreció el civismo y la tranquilidad con que discurría el proceso.

Por las versiones en torno a la muerte de un disparo de Julio César Pérez Valdez en la investigación no se debería dejar ningún cabo suelto. El principal sospecho del homicidio, identificado como Andy, había acudido a reclamar una dieta, originándose una discusión entre distintas personas.

El delegado del PRM y otras dos personas que resultaron heridas eran completamente ajenos a la trifulca. En las primeras horas de la mañana muchos colegios del Distrito Nacional habían sido abarrotados por personas de todas las edades para ejercer el sufragio.

El temor de que el coronavirus limitara la participación o estimulara la abstención no fue óbice para que los electores, impulsados por el deber cívico, asistieran a los colegios. Como si se tratara de un gran compromiso desde temprano se veían personas en las calles con mucho entusiasmo e invitando a la votación.

Múltiples factores, no siempre bien ponderados por los intereses que giran en torno a las votaciones, confluyeron en la decisión de la masiva concurrencia a las urnas desde tempranas horas de la mañana.

Parecía que el proceso transcurriría sin incidentes sangrientos o de mayor relevancia hasta que se reportó el suceso ocurrido en el Simón Bolívar. Tienen las autoridades que emplearse a fondo para aclarar el caso.