(I)
José Luis Corripio Estrada (Pepín) nos sorprendió con su tolerancia, magnanimidad y temple, entoldado en la humildad. En el 2003 pusimos en circulación el libro “Los oligopolios de la comunicación. Impacto sobre la democracia y el derecho a la información” y, en vez de crisparse en la colisión por su contenido, nos extendió una felicitación, y en una conversación telefónica sobre el tema, aceptó sin titubeos la invitación que le formulamos para que participara en un panel sobre la concentración mediática.
El certamen/debate en la Casa Nacional del Periodista, que condujimos como presidente del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), laminó como memorable, por su originalidad, su masiva asistencia y porque tuvo como contrincante principal al legendario dirigente de izquierda Leopoldo Grullón, quien durante un tiempo dirigió el semanario Despertar…! y otros órganos alternativos.
Este emprendedor de alto relieve expuso con tranquilidad y franqueza absoluta, escuchó y contestó interrogantes en un auditorio abarrotado de colegas. Enmudeció a la concurrencia con la aseveración de que periodistas le ofertaron en ventas medios quebrados por ellos, porque no supieron administrarlos, y que con su adquisición los salvó y también amplió los puestos de trabajo.
En el intersticio 1984-1986 laboramos como periodista del diario Hoy, y a su dueño Pepín Corripio veía subir, mesurado, las escaleras que trasladaban a los despachos de los directores de este sustancioso matutino, Virgilio Alcántara, y del denunciativo El Nacional, Mario Álvarez Dugan (Cuchito). Un santo día alguien nos indicó quién era ese caballero reservado.
La luz alrededor de este gerente pluridimensional se encendió en distintos cruces posteriores, y cuando ocupamos la presidencia del CDP, fue el primero que respondió al llamado que hicimos para que los titulares mediáticos actualizaran sus deudas. Arribamos a un acuerdo modesto, pero muy útil por el precedente que significó para desembolsos postreros, como el superior arreglo -frente a nosotros cedió con extrema facilidad- con Ramón Báez Figueroa (Ramoncito), presidente del Listín Diario, Ultima Hora, El Expreso y El Financiero, poco antes del escándalo que lo llevó a prisión.
La apreciación hacia Pepín Corripio se acrecentó -el brillo comenzó a destellar- después de esas muestras gremiales y por su comportamiento con entrañables correligionarios del murmullo de las salas de redacción. Personalmente le reiteramos que nos atrajo con curiosidad al observar la permanencia en sus corporaciones de Radhamés Gómez Pepín, Juan Bolívar Díaz, Bolívar Díaz Gómez, Miguel Franjul, Bienvenido Álvarez Vega, Huchi Lora, Rafael Molina Morillo y otros confraternos del periodismo.
El relatado timón empresarial nos ha conferido una distinción especial. Nos telefonea para felicitarnos cuantas veces publicamos un libro, y cuando visitaba sus oficinas y no pasaba a saludarlo, también se quejaba. Antes de la pandemia, luego de terminar una reunión con su hijo Manuel Corripio Alonso, en la distancia le hicimos el saludo con la mano derecha, y nos motivó para que nos sentáramos frente a él, porque quería platicarnos.