Carta de los Lectores

Cosas de San Cristóbal

Cosas de San Cristóbal

Carta de los lectores


Se extendieron a todos los niveles de San Cristóbal, los rumores de que la Ayudantía de Obras Públicas: la Corte de Apelación y la Oficina Regional dependiente de la Secretaría de Educación, serían trasladadas a Baní. Hasta llegó a mencionarse el Instituto Politécnico Loyola para ser instalado en Moca!

Dichos rumores aumentaron en intensidad, esparciéndose la especie en la colectividad de que para rematarnos o hacernos desaparecer del mapa geográfico como provincia, nos harían común o municipio de Peravia.

Por ello, el primer domingo de abril, alrededor de las cuatro de la tarde, comenzaron a reunirse jóvenes convocados por los dirigentes socialcristianos William Read Medina (Chimbín) Dr. Víctor Miranda Araújo y Manuel Augusto Furment Sánchez (Tico), en su mayoría estudiantes, en la plaza de la Constitución o Parque Central y en el parque 6 de noviembre o parquecito de los vagos, con la finalidad de exponer una protesta pública por los hechos y comentarios que decían que San Cristóbal dejaría de ser cabecera de provincia y pasaría a convertirse en municipio de Baní.

Un joven de la época, Arturo Seijas Barinas, simpatizante de la Unión Cívica Nacional, que cruzaba por el lugar en su automóvil, fue objeto de burlas y choteos por muchos de los presentes quienes le recriminaron su apoyo al partido de gobierno que maltrataba a nuestra comunidad. Este se detuvo y nos desafió a que le siguiéramos y así se comprobaría que él no era indiferente a los reclamos, además de considerarse más sancristobero que todos los presentes juntos. Se puso a la cabeza de los manifestantes, cercanos a los ochocientos, y recorrieron las calles, proclamando: “Abajo el gobierno”, “Viva San Cristóbal; ”No seremos común de campo”.

Los protestantes, en esta ocasión, se aproximaron al límite de la ciudad con los potreros de la hacienda Fundación, por la parte Este del pueblo, al lado de la avenida Libertad. Arrancaron gran número de postes de la cerca o alambrada de púas y con ellos a cuestas retornaron al Ayuntamiento, donde en la calle formaron una balsa.

Entonces, los jóvenes César Leger Aquino, Héctor Arias Uribe y Federiquín Read Sandoval, trajeron una lata de gasolina de la bomba de doña Luciola Barinas Coiscou. La multitud se retiró prudentemente por lo que iba a ocurrir, se humedecieron con el combustible los maderos y cuando se les aplicó el fósforo encendido se escuchó una gran explosión y la llamarada ascendió en paralelo hasta la altura del reloj público.

Por: Néstor Uribe Matos

El Nacional

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