(y II)
Platón (Atenas 427 a.C.-347 a.C.), el filósofo griego continuador de Sócrates y maestro de Aristóteles, ha sido tergiversado cuando hacen referencia del “amor platónico”, en una idealización del romanticismo excelso y eterno incondicional.
El autor de 4,142 títulos sobre filosofía política y del lenguaje, ética y los más variados tópicos, jamás se circunscribió a Afrodita, la diosa griega del amor, la belleza y la fertilidad.
En su concepción sobre el amor, Platón franqueó más allá de la pasión sin frenos.
Escaló tanto en la belleza física como en el alma humana; en la estética apetecible como en la conveniencia, el comportamiento, los valores espirituales, los quehaceres, la franqueza, la prudencia y la admiración mutua entre dos personas.
Sin la singularización de socorridos derechos, ni enigmas extravagantes, y en acomodo a las fidelidades precedentes, así como gustan cosas a las mujeres, a los hombres le encantan a la vista gestos corporales, naturales y abstractos, y a los oídos palabras seductoras.
Sin ese “amor platónico”, ¿qué les gusta a los hombres de las mujeres?
1.- Que sean optimistas, divertidas y manejables.
2.- Que luzcan el cabello largo, como una auténtica femenina.
3.- Que sean equilibradas y prudentes.
4.- Que no relaje con aventuras extramaritales.
5.- Que sean simpáticas y graciosas.
6.- Que sean inteligentes y responsables.
7.- Que sean atractivas, al margen de su composición física.
8.- Que sean reservadas y estables emocionalmente.
9.- Que sean comprensivas, y no respondonas ni conflictivas.
10.- Que posean valores.
11.- Que no los sometan a presiones innecesarias.
12.- Que sean comunicativas.
13.- Que les revelen secretos.
14.- Que les brinden besos y abrazos.
15.- Que les digan mensajes agradables.
16.- Que cuando les hable las mire a los ojos.
17.- Que les formalicen el matrimonio.
18.- Que sean auténticas.
19.- Que relumbren bien arregladas.
20.- Que les cocinen sabroso.
La inobservancia del anterior catálogo puede servir como señal de alerta para evitar o reducir tanto las separaciones/divorcios de parejas como los suicidios masculinos.
Particularmente, los hombres tienen que asegurar los enlaces duraderos, huyéndoles a los desgastes amorosos provenientes de la incompatibilidad/conflictividad, que derraman aburrimiento, escaso fervor sentimental e insatisfacción íntima. La inmensa mayoría de las mujeres son harto exigentes en la altivez de la flor de la fantasía, independientemente de su formación/competencia técnico-profesional y su jerarquía laboral.
Las vivencias con cercanos nos indican que la desunión o rupturas se anidan en las recurrentes discusiones y colisiones, en la desconexión emocional, el estrés financiero, la intolerancia sustentada en habituales quejas y críticas, la disminuida dedicación de tiempo a los consortes, la diferenciación de valores ético/morales y el de descontento mutuo.