El Código Tributario establece que el Impuesto Sobre la Renta aplicado al salario mensual debe ajustarse cada año conforme a la inflación publicada por el Banco Central, lo que significa que se indexa anualmente para preservar su poder adquisitivo, pero esa ley no se cumple desde 2017, cuando se congeló el sueldo exento del ISR en 34,685 pesos mensuales.
Conforme a esa ley, los tramos o rango de ingresos salariales que requerirían indexación abarcarían hasta los 50 mil pesos mensuales, lo que acercaría a miles de trabajadores y empleados al umbral de la exoneración del ISR, tal y como lo establece el estatuto tributario, que es una ley orgánica.
El presidente Luis Abinader reconoce que la indexación salarial “es una medida justa y necesaria”, pero advierte que su aplicación restaría recursos a sectores como Educación y Salud, lo que no sería deseable, pero tampoco que el salario real pierda poder adquisitivo o que los trabajadores paguen más impuestos.
A contrapelo de lo que establece el Código Tributario, en la ley de Presupuesto General del Estado se instituye que el tramo mínimo salarial exento del ISR es de 34,685, sin tomar en cuenta que cada año el Índice General de Precios (IGP) reduce la capacidad del salario real de adquirir bienes y servicios.
Se ha dicho que si el ISR se aplica sólo a salarios hasta 50,000 pesos mensuales, el Estado dejaría de percibir unos RD$18 mil millones al año, que los diseñadores del Presupuesto General consideran una suma respetable, que restaría el monto de las asignaciones a áreas esenciales como Educación y Salud.
Se requiere que el Gobierno procure un punto intermedio entre lo que señala el exministro de Hacienda, Jochy Vicente, de que ya República Dominicana “ha sido particularmente generosa” con el salario mínimo exento del ISR, o la advertencia del senador Omar Fernández, de que no indexar los salarios reduce la calidad de vida de 300 mil trabajadores.
El presidente Abinader ha dicho que las autoridades estudian aplicar la indexación salarial “de la forma más equilibrada posible”, sin comprometer los presupuestos de áreas sensibles, aunque debería admitirse que más de cinco de los ocho años de incumplimiento de la ley, corresponden a la actual gestión de gobierno.

