Según el Registro Socioeconómico de Dominicanas en el Exterior, INDEX, de 2023, más de 2,84 millones de personas de origen dominicano viven fuera de nuestro país, incluyendo hijos e hijas que nacieron en los países donde se encuentran. De esas personas, la gran mayoría, casi 2,4 millones, están en Estados Unidos, siendo las mujeres las que representan la mayoría, el 53.5 % del total, mientras los hombres, el 45.5%.
Conocidas son las dominicanas migrantes por sus remesas, 10,15 millones de dólares para 2023, como aporte al sostenimiento de sus hijas, hijos, familiares y a la economía nacional por lo que, imaginamos, el Estado administrado pensará en algo frente al gran bajón que se espera.
La semana pasada, a través de BBC News, en amplio reportaje, veíamos la situación de dominicanas/os migrantes indocumentados/as en Puerto Rico, con cifras dolorosas en resultados porque el modelo de deportación allá pareciera asemejarse al de acá con las personas extranjeras, salvando las diferencias, se apoya mismos “valores”: intransigencia, maltrato, xenofobia, aporofobia, misoginia, homofobia, racismo, etc., una “caza” de personas sin oportunidad de respeto.
En contacto con organizaciones que trabajan con mujeres, niñas y niños, sobrevivientes de violencia basada en el género en Puerto Rico, refieren que en las redadas las autoridades intervienen en las casas por la fuerza, arrestan, así como en la calle y los lugares públicos, separan familias sin piedad, con lo que la gente ni se atreve salir a trabajar, señalando que hasta hay personas que pasan hambre encerradas en sus casas.
Pareciera que hay una práctica común a la de nuestro país en la manera de conducirse, misma que se aplica Estados Unidos, criticada por diversos sectores internacionales que promueven el respeto a los derechos humanos, por la inconsistencia de sus políticas y la incertidumbre que genera.
Elegir la deportación masiva, por encima de la integración de las personas debidamente reconocidas y regularizadas, afecta a demasiada gente y su impacto, no solo económico que será terrible, en términos humanos es inexplicable, sobre todo, en el ejercicio de la democracia y la aplicación de principios para el desarrollo de la humanidad.
Y uno de los grandes desconciertos para la gente, es la falta de reclamo de parte de sus gobiernos de las personas migradas sin documentos, como en nuestro caso, al punto de pedir compasión humanitaria con la protección a grupos vulnerables, como mujeres, niños y niñas.
Esto parece un guion dictado desde el norte poderoso que sin rubor aplicamos.
Y el rebote, nos llega.