La misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) que vino a República Dominicana a constatar supuestas repatriaciones masivas de indoumentados haitianos y situación de apatridia de miles de ciudadanos, concluyó ayer su labor sin obtener evidencias mayores que comprobasen tales denuncias.
Durante tres días de contactos y averiguaciones, los comisionados no encontraron campos de concentración o escondites de extranjeros perseguidos por las autoridades para ser deportados. Tampoco observaron camiones militares repletos de haitianos en dirección a la frontera ni testimonios de que eso haya ocurrido.
Es posible que la misión de la OEA, encabezada por el mexicano Francisco Guerrero, haya recibido denuncias sobre violaciones a derechos humanos, en la misma proporción, quizás, a los desmentidos, pero es claro que en su recorrido la comisión no constató ningún escenario de apartheid o cárceles repletas de indocumentados.
Esa podría ser la razón que motivó al jefe de esa delegación a variar el discurso y referirse a un relanzamiento en las relaciones entre OEA y República Dominicana o a resaltar iniciativas de desarrollo y promoción de empleo en la frontera promovida desde República Dominicana.
Aun así, la República no debería tejer mayores expectativas de que la misión de la OEA emita un informe de descargo con relación a las infames acusaciones vertidas por el Gobierno haitiano sobre supuesta situación de apatridia y de expulsiones masivas de inmigrantes haitianos.
El veredicto podría semejarse a la “Crónica de una muerte anunciada”, celebrado relato de Gabriel García Márquez, pero es pertinente advertir que República Dominicana no es el “Macondo”, la primitiva comarca de “Cien años de soledad”, otra celebrada novela del Premio Nobel colombiano.
Huésped distinguido
La visita del presidente de la República de Taiwán, Ma Ying-jeou, honra y enaltece al Gobierno y al pueblo dominicanos, porque la presencia de tan distinguido huésped en suelo nacional consolida la proverbial amistad entre ambas naciones.
Taiwán y República Dominicana mantienen sólidos nexos diplomáticos desde hace 66 años, tiempo durante el cual la lealtad y cooperación recíprocas han sido vocación y santuario de ambos Estados. Al presidente Ying-jeou se le recibe con aprecio y gratitud.