¡Abril siempre! y (V)
El mes de mayo de 1965, fue de extraordinaria importancia para ese episodio inolvidable y eterno que se había iniciado el 24 de abril de ese mismo año. Se juramentó como Presidente Constitucional de la República en Armas, el Coronel Francisco A. Caamaño Deñó, en una ceremonia que se realizó en el Altar de la Patria donde descansaban los restos de los fundadores de la República: Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella; Caamaño fue elegido por una asamblea del Congreso Nacional, después de aceptar la petición que le hizo Juan Bosch exiliado, viviendo en San Juan de Puerto Rico. El acto de proclamación de Caamaño fue redactado por los doctores Ramón Andrés Blanco Fernández, Francisco Avelino García y el autor de esta columna. Mayo de dolorosa trascendencia, porque en ese mes murió en combate el coronel Rafael Fernández Domínguez, junto a Juan Miguel Román, Euclides Morillo, Illio Capocci, militar de origen italiano que había sido instructor del Cuerpo de Hombres Ranas de la Marina de Guerra en ese entonces.
Pero otro aspecto de extraordinaria importancia fue que el Ministro de Relaciones Exteriores del legítimo gobierno dominicano, Dr. Jottin Cury autorizado por Juan Bosch, quien era el líder político del Movimiento Constitucionalista, apoderó el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de la situación de nuestro país, intervenido abusivamente por las tropas de infantería del Ejército de los Estados Unidos de América y sancionado legítimamente por la llamada Organización de Estados Americanos (OEA); el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), se convirtió en el escenario mundial del abuso del gobierno estadounidense quien fue obligado a buscar un acuerdo pacífico con el gobierno que presidía el Coronel Caamaño Deñó.
Se dice de manera más directa y verdadera, que el gobierno de la República en Armas obligó a sentarse en una mesa de discusión al gobierno de los Estados Unidos de América, a la basura internacional llamada Organización de Estados Americanos (OEA) y a observadores de otras naciones del continente Americano y de Europa.
Militares y policías constitucionalistas, oficiales superiores, subalternos, clases, soldados; civiles, revolucionarios profesionales, hombres y mujeres del pueblo eran dominicanos; militares y policías, civiles hombres y mujeres del pueblo contrarios al Movimiento Constitucionalista, eran dominicanos también; combatieron, se sacrificaron y murieron abandonado con su sangre esta tierra generosa, hermosa, que nos vio nacer. El amor y el respeto a ella nos obligan a echar un velo de comprensión sobre el pasado, para no mantener, cincuenta y siete años después, una actitud de rencor o intolerancia contra quienes nos enfrentamos.
En ese episodio inolvidable se destacaron hombres y mujeres, en diferentes papeles; pero el más importante como protagonista fundamental, de proyección permanente, heroica, indiscutible, fue el pueblo dominicano, calificado por uno de esos actores extranjeros, que perdió la vida, Illio Capocci, como un pueblo de ¨valor y sacrificios extraordinarios¨.
Todos fuimos protagonistas, pero actor principal y verdadero protagonista, en episodios del pasado como Palo Hincado, las Guerras de Independencia contra Haití, La Restauración y la Guerra de los Seis Años, similares al que estamos recordando, ha sido nuestro pueblo; reconocido y llamado ¨Legendario, Veterano de la Historia, y David del Caribe¨: Admirable y eterno decimos nosotros, ¨Actor solitario de su historia¨.