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Cronica del presente ¡Por la verdad histórica!

Cronica del presente ¡Por la verdad histórica!

y IV
En las tres columnas anteriores a esta, hemos reseñado, aferrados fundamentalmente a la verdad histórica, las características de las dos batallas fundamentales de la guerra de independencia, que fueron: la Batalla de Azua del 19 de marzo de 1844, la que se libró en Santiago el 30 de marzo de ese mismo año, que como hemos señalado en ocasiones anteriores, esa batalla de Santiago no fue un enfrentamiento frontal entre dominicanos y haitianos, sino la persecución de un ejército en retirada al cual, el pueblo dominicano representado por los habitantes de Santiago y la Línea Noroeste, que incluye a los poblados de entonces como Mao, Sabaneta, Guayubin y Montecristi, demostraron a los gobernantes de Haití, que como hemos dicho tenía más de 600 mil habitantes y la naciente República Dominicana, en la 3/4 parte de la isla de Santo Domingo, apenas tenía una población que llegaba a 125 mil habitantes.
La última de las tres grandes batallas contra los invasores haitianos se libró en los confines de la Línea Noroeste cerca de lo que es la ciudad de Dajabón, donde termina el valle de La Vega Real; y se libró el 24 de enero de 1856, quedando a partir de entonces sellada para siempre, frente a la persistencia de los políticos haitianos, la independencia del pueblo dominicano y la decisión de escoger su propio destino. Se desarrolló dentro del transcurso de ese día, en Sabana Larga, y los sitios de Talanquera y Macabón, en una extensa llanura en la que exterminaron y pusieron en fuga a las tropas del llamado emperador Souloque, ese episodio abrió paso también para que los ridículos monarcas de Haití fueran sustituidos, como republica, supuestamente democrática, bajo la jefatura de un presidente, de un Estado siguiendo los modelos de Estados Unidos y otros países del continente Americano.
Los datos de esas grandes batallas que deben servir de ejemplo, no solamente para otros pueblos del mundo y particularmente para el pueblo que ha sido actor solitario de esa historia, que debe vivir de manera permanente, primero que nada en las escuelas para los niños y adolescentes, y también para estar presente en la vida de las Fuerzas Armadas de la República, Ejército, Armada y Fuerza Aérea de cuyas filas salieron también los militares y miembros de la Policía Nacional, que encabezaron a nuestro pueblo a partir del 28 de abril de 1965, que se cumplen en este mes 55 años de haber enfrentado la abusiva e injustificable intervención de los ejércitos de Estados Unidos de América, la nación más poderosa del mundo, bajo la dirección del gobierno del funesto Lyndon B. Johnson, acompañados por tropas de otros países hispanoamericanos como Brasil, Paraguay, Guatemala, Nicaragua y Honduras, apadrinadas por esa nauseabunda organización conocida como Organización de Estados Americanos (OEA).
Los documentos y testimonios más importantes de esas batallas, sujetos a una verdad incuestionable, fueron publicados en una recopilación que dispuso la Secretaria de Estado de Guerra y Marina bajo el nombre de «Guerra Dominico-Haitiana», publicadas en el aniversario del Centenario de la Fundación de la República, febrero de 1944, editada por la Editorial El Diario, Santiago, República Dominicana; recopilación admirable realizada por Emilio Rodríguez Demorizi. Mes de febrero en que se organizaron festejos civiles y militares, como verdadera expresión de patriotismo de nuestro pueblo y cuando se trasladaron los restos de los fundadores de la República, Duarte, Sánchez y Mella a la Puerta del Conde, escenario en el cual nació como Estado independiente bajo el lema de «Dios Patria y Libertad».

El Nacional

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