Ramonita, este diciembre cumplió 21 años y no pudo tomar un helado con su hijo de 9 años, porque no tiene dinero, apenas gana para mal comer, sin una entrada segura tiene que prostituirse para que ambos sobrevivan.
Y tanto que busca trabajo, de lo que sea, dice ella, puede lavar, cocinar y limpiar, pero no encuentra quien la emplee.
Ella cree que es porque vive en un barrio de Santiago demasiado desacreditado, donde hay mucha gente sin trabajo, y en el que, antes de oscurecer, tienen que “trancarse” por la delincuencia.
Hija de una adolescente, su madre la tuvo a los 11 años fruto de una violación de un vecino del cual solo sabe que, al poco tiempo, se fue para Nueva York.
No conoce a su padre.
Después de ella, su mamá tuvo otros tres partos, con hombres que vivían un tiempo con ella, buscando la “estabilidad de hogar” que tanto mencionan en las iglesias, porque su mamá es cristiana.
Cuando tenía tres años y dos hermanitos pequeños, su abuela se hizo cargo de ella.
Su abuela, una mujer joven, vivía en pareja con un hombre que fue como un abuelo para Ramonita, pero murió al poco tiempo.
En la casa con ellas también vivía el segundo hijo de su abuela, medio hermano de su mamá, de 25 años, llamado Elvis.
Y Elvis violó a Ramonita cuando ella tenía 11 años.
Cuando se lo contó a su abuela, no le creyó y echó a la niña a la calle por “puta y provocadora”.
Las amiguitas que le dieron cobijo, cuando supo que estaba embarazada, le consiguieron pastillas que abortan en la farmacia, y así se desembarazó.
Con muchísimos dolores acudió al Hospital Infantil, donde contó que “se resbaló y se cayó por unas escaleras”, y nadie investigó de ese embarazo a una niña de 11 años.
Después, las mismas amiguitas la llevaron a un famoso prostíbulo en las afueras de Santiago, donde se quedó y hasta tuvo a su hijo, fruto del embarazo con un “cliente”.
No tenía adonde vivir.
Actualmente, paga una habitación semanal en la que vive con el niño.
Sufre de anemia crónica y no pude comprar alimentos adecuados, para ella, su hijo es primero.
No es un cuento, es cierto, con nombre ficticio.
Acabo de preguntarle qué hará en estas fechas decembrinas y me dijo que, para ella, todos los días son iguales.
Escribí esto en diciembre de 2019. Ramonita y su niño, con 4 años más, siguen sobreviviendo.