Algarabía por llegar o acercarse a la sexta década? Si, así lo vivimos un grupo de compañeros de promoción del bachillerato, que festejamos los sesenta con un cumpleaños colectivo, en el que evocamos otros periodos de nuestra historia y de la historia de la humanidad, gracias a la vestimenta de diferentes épocas que portamos.
El número 60 ó 06 brillaba por doquier: en el aire sostenido por elio, en el bizcocho y en la pared. Pese a que en nuestra cultura, muchos prefieren obviar o mentir con relación a sus años, ese día todos quisimos fotografiarnos con un 60 grande y dorado. Ese preciso día y en esas semanas ninguno cumplía años. Algunos aún no completan los 60 y otros ya hace par de años que lo cumplieron. Igual, todos celebramos llegar o estar en los 60s, una década en la que ya no hay presión para cuidar hijos pequeños, ni estrés por pasar con buenas notas en la escuela. Tampoco hay demasiada carga laboral, a menos que se tenga la intención de ser nuevo millonario. Festejamos la alegría de seguir reuniéndonos, cuatro décadas después de salir juntos de las aulas del plan de reforma del Liceo Francisco Henríquez y Carvajal de Cotuí. Una intensa lluvia musicalizó la fiesta. El equipo de sonido no quiso funcionar y el ya habitual karaoke se fue a pique. Con la música por dentro, hicimos una especie de desfile de modas, en el que cada uno habló de la inspiración de su vestuario y aquello fue un mar de recuerdos.
Recordamos la elegancia de las profesoras, las limitaciones que tuvimos por la poca ropa que nuestros padres podían proporcionarnos, en paralelo a la abundancia que ahora tienen nuestros hijos. Así, entre conversaciones y risas, aquel hermoso encuentro se convirtió en medicina para cuerpo y alma. Compromiso de vivir con dignidad una nueva y buena juventud.