Libre Pensar Opinión

Danilo y la corrupción

Danilo y la corrupción

Oscar López Reyes

En el atajo proteccionista, en el 2016 el presidente Danilo Medina se torció en la viga más desflecada: “¿Dónde están los escándalos que ustedes ven de corrupción en el gobierno? Ahora, sus más íntimos purgan en cautiverios carcelarios y hogareños por peculado, cuando intenta resucitar, simbólicamente, la investigada “visita sorpresa”, en una burla a los ciudadanos, lo que patentiza ciertas similitudes con el más renombrado mafioso del universo, Al Capone.

Agotado un período de silencio tenebroso, el ex jefe de Estado ha vuelto al ruedo político, reuniéndose tanto con otro ex mandatario, Hipólito Mejía, como con agricultores “beneficiarios” de la denominada “Visita Sorpresa”. En el ínterin, otros conspicuos funcionarios de su administración gubernativa han caído en brazos de la señora Justicia, y llama a protestas callejeras, que derivan en tumultos. Pero, “¿y cuáles tumultos?”.

Entre dos. En los escenarios en que se desenvolvieron Alphonse Gabriel Capone (1899-1947) y Medina Sánchez (1951-2023) existen, ostensiblemente, coincidencias y diferencias muy pronunciadas. El primero desde sus oficinas del hotel Lexington (“Castillo de Capone”), en Chicago, maniobró, entre 1925 y 1947, en la venta ilegal de alcohol en contravención con la Ley Seca, el contrabando y bandas callejeras, infiltrado en áreas del gobierno, entre ellas la Policía.
En ese paralelismo y discordancia, el sanjuanero apodado Nano y la Cuchara apalancó, entre el 2012 y el 2020, desde la Presidencia de la República, como un autócrata en el maquinal de una cleptocracia (clepto: robo y cracia: poder) sin frenos, liturgia ni estética, en aprovechamiento de políticos y empresarios.

Medina Sánchez no se compara -ni en el sueño más trashumante- con el célebre escabeche de perros estadounidenses en la aparatosidad homicida. No se le imputa ningún asesinato. Sus pertenencias se asemejan a la propina de un estropeado restaurant de menesterosos, cotejándolas con las posesiones de familiares y allegados.

Al Capone tampoco registró a su nombre ninguno de sus inmuebles, conseguidos a base de “lavar dinero”. En 1947, su riqueza fue estipulada en 100 millones de dólares. Puso en su nómina de pagos a políticos de Chicago, a su alcalde William Hale Thompson; a jefes de Policía y al 70% de sus efectivos, la garantía de su protección.

En la República Dominicana, un cuestionado ex gobernante cuenta con el resguardo de altos oficiales policíaco-militares, fiscales, jueces y secuaces partidistas. Involucró a sus hermanos y resultó difícil de atrapar. Cayó en las redes del Gobierno de Estados Unidos, pero por evasión de impuestos.

Gaceta como inaceptable que el presidente Medina no recibiera la más mínima información sobre las más de 100 personas están involucradas en corrupción, computada en unos 150 mil millones de pesos que, superior en un 2 mil 516% que la fortuna de Al Capone. ¡Tierra, trágame!