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De lo divino a lo profano

De lo divino a lo profano

Al parecer, lo divino ahora tiene padrino; basta complacer a los “correctos” en Washington para que la paz se vuelva medalla y la moral espectáculo. Mientras tanto, los pueblos miran de lejos cómo los ideales se visten de etiqueta y se pasean en alfombra roja, mientras lo profano sigue gobernando la realidad.

Este espectáculo nos recuerda La Divina Comedia de Dante Alighieri, sólo que esta vez el tránsito de la depositaria del Premio Nobel de la paz, hará un recorrido que se iniciará de la turbulencia al infierno.

El Premio Nobel de la Paz nació para consagrar la confraternidad en el ser humano: la búsqueda de la concordia, la defensa de la verdad y la elevación moral por encima de los conflictos.

Sin embargo, en estos tiempos, la pureza de su propósito ha sido profanada por lo impúdico del poder mundial. Lo que fue símbolo de reconciliación y esperanza, ahora es instrumento de la violencia política.

La reciente concesión del Nobel de la Paz a María Corina Machado confirma esa deriva. No se trata de una elección inspirada en la justicia o en los méritos éticos de una trayectoria, sino de una maniobra diplomática.

Detrás del relumbrón mediático y el discurso sobre la libertad, se advierte la mano de los que han promovido sanciones, bloqueos y desestabilización en América Latina pretextando “defender la democracia”.

EE.UU., árbitro autoproclamado de los valores universales, usa un premio moral como instrumento político. Ya lo había hecho con Obama en 2009, mientras convertía en infierno a Afganistán e Irak. 

El Nobel de la Paz, que debió seguir siendo conciencia universal, se ha convertido en tribuna de propaganda. En lugar de iluminar el camino de los pueblos hacia la concordia, hoy refleja la sombra del poder que lo manipula.