Opinión

DE SALUD Y OTRAS COSAS

DE SALUD Y OTRAS COSAS

Muchos niños incorporan la mentira a sus mecanismos de defensa, por miedo al castigo.

El nacimiento mismo, en donde bruscamente somos expulsados de un resguardo de nueve meses y entramos desnudos a un mundo incierto, implica nuestros primeros temores y angustias.

Imaginemos las tormentas que atacaban a los primeros pobladores de la tierra y que  llenos de temor se protegían en las cavernas de las fieras que amenazaban con devorarlos

¿Cuántos africanos murieron en embarcaciones cuando eran traídos amarrados a sustituir a la mano de obra aborigen ya diezmada por el hambre y el látigo del invasor?

Se ha  especulado que más de la mitad de los dominicanos no sabe nadar por miedo a ahogarse, “marca genética” de esos primeros grandes temores al mar de nuestros ancestros de raza negra y pensar…que estamos rodeados por todas partes por el mar y cruzados por los ríos.

La esperanza mueve montañas, ya lo dijo Mahoma.

Por ella jugamos loto convirtiendo en números nuestros complejos sueños nocturnos. Es en función de la esperanza de mejorar que nos asimos al Canal de la Mona buscando nuevas tierras y es, también en función de la esperanza que “apostamos” hasta el más mínimo aliento de nuestras creencias para que un ser humano, de carne y hueso, nos gobierne a todos, en el marco de un sistema que se llama democracia.

Asistimos a un espectáculo, especulativo por cierto, de la oferta de productos mercadológicos, llamados candidatos, que se está basando en este momento en ese binomio que ha movido a la humanidad: el miedo y la esperanza.

No hay visión, ni misión, mucho menos objetivos claros de hacia dónde debe ir la nación.

El país se nos sale de las manos y se desestructura, se debilita en medio de un caos de inseguridades, incertidumbres y angustias vitales cotidianas.

Sólo hay que abrir en el día a día un  periódico, o encender la radio y la televisión para que ustedes reciban el impacto del pesimismo, de la diatriba, de los análisis interesados sobre el futuro y de la bien pagada opinión sesgada, en lo que en las clases de lógica y filosofía llamaban sofismas…

¿De qué retroceso es que estamos hablando?

¿Es que no basta con las inconductas de los que conducen la nación? ¿Es que faltan más ejemplos para comprobar que se están burlando en nuestra propia cara de la “ignorancia y memoria corta” de un pueblo que de vez en cuando se anestesia con pan y circo?

¿Es que no recordamos que cíclicamente este país se harta de tanta demagogia y discursos huecos que no ofrecen soluciones?

Le tengo mucho temor a la pobreza, no a la falta de comida, de techo, de educación, de empleo y de vivienda.

Le temo a la alienación de un pueblo que en función de la esperanza de mejoría de sus condiciones de vida  recibe “ayudas” de todo tipo con las que se intenta comprar vilmente su libre determinación.

 Le temo a  la ignorancia, a la vagancia, a la falta de temor a la justicia y le temo, en fin, al desorden que en todos los rincones se observa en la sociedad dominicana.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación