Educación: ¿para que?
Hurgando en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española encuentro que una de las acepciones del término educación es el de crianza.
¿De qué depende que un ser humano sea más educado que otro?
¿Por qué los reyes ponen preceptores e institutrices a sus proles desde el mismo nacimiento?
¿Es la educación un fenómeno netamente conductual que se basa en el volumen de conocimientos adquiridos?
¿Por qué, sea un rico o pobre, mucha gente dice ¡ese muchacho es una dama! refiriéndose a los hábitos y costumbres observados en un jovencito?
La llamada educación escolar, elemental y que va subiendo en grados, edades, destrezas y habilidades transmite competencias y costumbres, centrada en el acopio de conocimientos, habilidades y destrezas… pero eso no es todo.
¿Cuántos profesionales brillantes conocemos, pero que son gente grosera y de muy detestable comportamiento?
Estamos asistiendo, especialmente en la actuación de los adolescentes, a tendencias sumamente preocupantes en donde la relación entre libertad y castigo se confunde.
¿Hace falta un poco más de energía en la crianza?
¿Se hace necesario un poco más de miedo al castigo para controlar conductas indeseables?
¿Es que están fallando los reforzadores psicosociales?, me refiero, por ejemplo al hecho de premiar desde la infancia las conductas deseables a fin de que se repitan o se fijen como hábitos del carácter.
¿Qué papel juega la moral, la fe, las religiones en el talante cultural y educativo de un joven en formación?
¿Cuál es el rol de las figuras ejemplares? Antes teníamos un abuelo o un tío que nos inculcaba cosas como: lustrar nuestros zapatos, limpiarnos las uñas, cepillarnos adecuadamente los dientes; el odio al tabaco; la prudencia con el alcohol y el respeto a los mayores.
Pero… ¿en dónde están esas figuras de identificación, casi siempre arrumbadas e irrespetadas? «Ese viejo está quedao» se escucha decir con frecuencia a un jovencito quinceañero refiriéndose a su abuelo.
¿Qué es lo que está ocurriendo?
Repasen estos comportamientos:
La forma de vestir.
Los estilos al sentarse.
La higiene personal.
El grado de educación sexual de niños y jóvenes.
El ritual de «pedir la bendición» a padres y otros familiares.
El respeto, en la tradición judeo cristiana, por el padrino, es decir, el ser humano que te bautiza en la religión.
La educación de hábitos ciudadanos: ¿cuánta gente tira desperdicios desde los autos a la vía pública?
El pedir permiso para pasar o el dar las gracias por un servicio.
El ceder el paso o el asiento en un autobús a una dama o a un envejeciente.
El uso del lenguaje hablado y escrito. En las conversaciones ya nadie quiere dejar al otro expresarse, para ello solo tienen que escuchar algunos programas de radio o seguir algunos entrevistadores en la tele.
El resultado final de ese hombre nuevo de que hablaba el médico argentino Guevara de la Cerna, es el resultado de la genética (herencia); la crianza hogareña impartida por figuras ejemplares; la educación escolar y universitaria y en fin toda la influencia de la sociedad, y dentro de ella, los medios de comunicación.
Ojalá que el todo social se regule, se reorganice y no solo se asigne el 4% sino el 100% de voluntad política y decisión de todos… para construir un nuevo ser humano.