La pandemia ha creado una situación nueva en el país y el mundo, difícilmente se pueda rebatir esa afirmación con argumentos lógicos y convincentes. Los que coinciden con ese enunciado, deben actuar en consecuencia. Si en verdad estamos ante una situación nueva, hay que hacer caso a los reclamos de que la pandemia sea enfrentada con una estrategia de corto y mediano plazo cuyas acciones sean impulsadas y sostenidas más allá del gobierno central y demás instituciones del Estado. Por la complejidad de la crisis y la especial circunstancia en que se produce (el interregno de un proceso electoral), requiere de la intervención protagónica de la sociedad y su diversidad de actores, incluida la oposición política. No es suficiente con el Estado.
No se trata solo de la pandemia en sí misma, sino los derroteros hacia los que apuntan sus secuelas en términos económicos, sociales y políticos.
En ese sentido una iniciativa tal como la posibilidad de pactar acuerdos trascendentes para la mejor gestión de la crisis en curso y el devenir inmediatos, para que sea efectivamente útil no puede obviar que cumbres y pactos entre políticos y empresarios los ha habido por mucho y el saldo ha sido la frustración.
La credibilidad y expectativas de una iniciativa como la comentada, obliga a partir del hecho de que se trata de una crisis sin precedentes que obliga a su abordaje con visiones distintas a las que han prevalecido en la dirección del Estado a partir de los años 80 cuando el mercado comenzó a cabalgar atropellando la sociedad y servicios públicos fundamentales fueron privatizados.
En virtud de que la mayoría de la población tiene la expectativa de un cambio de cara a las elecciones congresuales y presidenciales, un eventual involucramiento social y político debería girar sobre políticas y mecanismos de decisión, implementación y seguimiento de las mismas, sin que para ello sea necesario la incorporación de opositores al gobierno.
A la luz de lo planteado, para que sea útil y creíble un eventual acuerdo debería incluir aspectos fundamentales.
Coadyuvar a garantizar la equidad entre los postulantes a cargos públicos en los distintos niveles, y prever medidas que garanticen la participación masiva de la población. Para lo que viene después de la pandemia se requerirá de mucha legitimidad, y las urnas por sí solas, sin las acciones a la altura de las circunstancias de los funcionarios públicos no dan legitimidad, pero sin ellas es más difícil de construir esa legitimidad, pese ala nobleza de dichas acciones.
Aquiles Castro