Por este espacio continuamos las quejas contra la perversión sexual a que está sometida la niñez y la adolescencia por las redes sociales, la televisión y otros medios que amenazan la sociedad a un futuro calamitoso antiético, inmoral y sin regla, cuyo modelo sería la bestia, sin disciplina, sin decencia y sin decoro. Una prostitución a cielo abierto cargada de aberración sexual, multiplicada por la flojedad de la familia, los gobernantes, y el contagio del ambiente.
Los infantes que crecieron en este ambiente de violencia, delincuencia, feminicidios, robos al erario, sobornos, tráfico de drogas, etc. etc. son proclives a contagiarse con esas manifestaciones perversas. Igual ocurre con las sentencias inaceptables e injustas de la justicia, como el histórico No ha Lugar que emitió un juez salvando a Félix Bautista y su expediente de corrupción.
Imaginemos el trauma que recibieron los seguidores de la pastora de Cristo Rey al verla esposada por conflicto de corrupción, o el asombro de la sociedad al ver esposado a un general, un coronel y otros oficiales superiores acusados de coger lo ajeno. Que se sentirá cuando cae humillado un legislador, un expresidente o un ministro del país, después de haberlos tenido como modelos de las cosa pública y de los ciudadanos/as.
Su credibilidad y su honor descienden hasta el subsuelo por involucrarse en hechos deshonrosos y reñidos con ley, todo en busca de dinero, poder y fama, haciendo suya la frase de dinero contra vergüenza. Mientras la población se incrementa, los modelos descienden. La UASD, ya no es revolucionaria ni produce la calidad académica que la hizo paradigma. Los valores humanos van en descenso a una velocidad inusitada.
La educación no está ayudando. Los partidos tampoco. Las agrupaciones sociales comunitarias se politizaron. Las generaciones viejas están en deudas con las jóvenes y con las próximas. La delincuencia, la prostitución y la corrupción han ido sepultando los valores sin los cuales la patria sería inválida. Todavía podemos hacer algo, enfrentando juntos la perversidad que nos hace débil, enajenados y vulnerables como personas y como país. ¡Protestemos todos.
Por: Lic. Santiago Martinez