Opinión Articulistas

Déjala ir” y las escrituras

Déjala ir” y las escrituras

Ernesto Guerrero

 El nuevo programa del gobierno, “Déjala ir”, dirigido a hombres con conductas potencial­mente violentas hacia sus parejas, busca rom­per el ciclo de la violencia de género mediante la reflexión y el acompañamiento.

Sin embar­go, uno de los mayores desafíos para su im­plementación surge en ciertos sectores reli­giosos —particularmente entre aquellos con escasa formación teológica— que interpre­tan la Biblia de manera literal, alimentando así nocivas ideas de superioridad masculina.

Desde la perspectiva de muchos creyen­tes, las escrituras parecen justificar la sub­ordinación femenina, apoyándose en pa­sajes como Génesis 3:16: “A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus embarazos; con dolor darás a luz los hi­jos; y tu deseo será para tu marido, y él se ense­ñoreará de ti”.

Cuando le dije a mi esposa que yo era su “señor”, solo se sonrió irónicamente. En la primera carta a Timoteo (2:11-12), el apóstol Pablo instruye que las mujeres de­ben “aprender en silencio, con toda sumi­sión” y “no enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre”.

Estos textos —presentes, con va­riaciones, en las tres grandes religiones abra­hámicas—, si no se leen con una mirada críti­ca y contextualizada, perpetúan la idea de que la mujer debe estar subordinada al hombre. En mi opinión, la mujer que se deleita con es­tas lecturas sin cuestionarlas “es como el pa­vo que se alegra cuando llega la Navidad”.

Mientras algunos defienden estas interpre­taciones literales, figuras públicas como Gra­ciela Abinader, hija del presidente, han lla­mado a una lectura más razonada de la Biblia. Ella ha sido firme al afirmar que “quien usa la palabra de Dios sin entender­la, no está predicando fe, está predican­do ignorancia”. Esta invitación a pensar la fe desde la razón es un desafío necesario.

La violencia de género no solo tiene raí­ces sociales y culturales, sino también re­ligiosas, cuando las escrituras se convier­ten en justificación de prácticas abusivas. Muchos líderes religiosos, desconocen conceptos como la exégesis y la herme­néutica bíblica. Por tanto, el programa en­frenta el reto de sensibilizar a aquellos que, en lugar de cuestionar estos textos arcai­cos, prefieren seguirlos al pie de la letra.

El verdadero desafío de “Déjala ir” es enfren­tar a los agresores, y también a quienes, en nombre de la religión, continúan alimentan­do el ciclo de violencia con lecturas manipu­ladas y peligrosas. Es hora de que se rompan esos grilletes y se lea la Biblia con ojos nue­vos: no para condenar, sino para proteger.