Ante el distanciamiento que se debe observar en los colegios electorales por la crisis sanitaria el incremento del número de delegados de los partidos en los centros de votación, de 12 hasta 50, ha generado preocupación.
Pero la decisión del Tribunal Superior Electoral (TSE) constituye otro reto para el orden y la disciplina que deben observar las organizaciones que luchan por alcanzar el poder para, según sus discursos, mejorar las condiciones de vida de la población.
Cuestionaría la conducta de los partidos que no puedan controlar a sus representantes en los colegios electorales o que estos observen una conducta inapropiada, que ponga en juego la salud de los votantes.
Para garantizar la seguridad de los votantes y evitar contagios, partidos como el Revolucionario Moderno (PRM) habían adelantado que dotarán a sus representantes y a los propios electores de un kit de protección para ejercer el sufragio sin ningún riesgo.
Posición similar deberían observar todas las organizaciones comprometidas con un proceso que por el orden, la seguridad y la disciplina contribuya a fortalecer el sistema democrático.
El incremento de los delegados se puede convertir en un riesgo si los partidos no los controlan o estos se convierten en agentes de la anarquía. Las organizaciones tienen que demostrar su autoridad sobre los representantes distribuidos en los 16,001 colegios que operarán en las elecciones del 5 julio.
Tal vez no era necesaria tanta gente, pero los partidos, como protagonistas del proceso, querían tener más vigilancia en los colegios.

