Vivimos en un mundo global. Las noticias y los hechos que se originan en el país, tienen repercusiones internacionales. Pasa lo mismo cuando desde la República Dominicana se analiza la situación política en un país determinado.
Es pecar de falsos puritanos tratar de que organismos internacionales no hablen o investiguen alegadas violaciones a los derechos humanos en la detención y deportación de haitianos indocumentados.
Sin embargo, mueven a diferentes disquisiciones objetivas determinar hasta el punto de que se esté respetando en el país a los indocumentados que son deportados. Demás está decir que esas redadas tienen la finalidad de controlar la migración masiva de haitianos.
Hay otros sectores, como venezolanos y colombianos, que también son detenidos y deportados, pero constituyen una minoría insignificante. Es con los hechos que hay que enfrentar la posición de los organismos internacionales defensores de los derechos humanos, y no con nacionalismos trasnochados.
El Comité Interamericano de los Derechos Humanos es una filial de la Organización de Estados Americanos, que siempre ha fustigado a República Dominicana por su trato a los indocumentados haitianos.
Son exageradas, y mentirosas, sus afirmaciones de que en el país se persigue a los haitianos por el color de su piel, por el idioma que hablan y que hay una latente discriminación racial. Se persigue a los indocumentados, y se le da trabajo a los que tienen sus papeles en regla.
Lo que no se puede permitir es la creación de permisos temporales, para entregar cuotas de indocumentados a las agroindustrias y a la construcción. Sería el principal tropezón que se ejecutaría en la política migratoria.
Se puede asimilar para la construcción a los haitianos documentados que están realizando diferentes trabajos, pero que no les interesa trabajar de sol a sol. Prefieren ser los guardianes de torres y proyectos residenciales.
De nuevo la OEA y sus dependencias quieren jugar con la verdad. Una muestra es cuando dicen que son perseguidos los haitianos nacidos en el país. Olvidan que hay un mandato constitucional sobre la ilegalidad de los descendientes.
Todo hijo de haitiano ilegal nacido en el país conserva la nacionalidad de sus padres, y por consiguiente también se encuentran en territorio nacional en condiciones de ilegales.
Por: Manuel Hernández Villeta