Editorial

Derramamiento de sangre

Derramamiento de sangre

El escenario de violencia política que sufre Venezuela es causal principal del acelerado deterioro económico matizado por un incontrolable nivel de inflación, desabastecimiento, crisis monetaria y cambiaria, por lo que se ofrece la impresión de que actores de esa confrontación no desean que quede piedra sobre piedra.

La inflación acumulada sobrepasa el 50 por ciento, la escasez y carestía de alimentos y bienes esenciales se agrava por una sórdida especulación, en tanto que las líneas aéreas reducen números de asientos y frecuencias de viaje por retrasos en el pago de divisas.

Aunque la oposición exhibe el discurso del diálogo, estimula las manifestaciones públicas y enfrentamientos con las autoridades que has tenido saldo de 28 muertos y decenas de heridos. También se censura que el gobierno del presidente Felipe Maduro no haya hecho más por procurar avenencia política.

Maduro ha advertido que dispondrá el desalojo por la fuerza de grupos que bloquean calles y avenidas en sectores de clase media alta en Caracas y otras metrópolis venezolanas, por lo que se prevé que la violencia se agudice, con los consiguientes números trágicos de muertos y heridos. El gobierno del presidente Barack Obama interviene cada vez con mayor desenfado en la crisis venezolana, al punto de advertir que no descarta ninguna opción, incluida la de imponer sanciones económicas a esa nación, cuyas autoridades culpan a Washington por la crisis que abate a ese país.

Lo cierto es que la Patria de Bolívar parece estar en la antesala de un mayor derramamiento de sangre, sustentado básicamente en el falso criterio de influyentes sectores internos y externos, de que los días de Maduro y del chavismo estarían contados.

El ex candidato presidencial Enrique Capriles ha proclamado que la gestión del presidente Maduro “no aguanta hasta el 2019”, cuando expira el periodo constitucional del Presidente, claro indicio de que la consigna que alienta la oposición es la de intentar precipitar la caída del gobierno constitucional, aunque sus líderes dicen estar dispuestos a iniciar un tipo de diálogo político “sincero, honesto y transparente”.

América Latina tiene la urgente misión y elevada obligación moral y diplomática de participar activamente en la búsqueda de una salida política a la crisis venezolana, que garantice el orden institucional, restablezca el estado de derecho y evite un mayor derramamiento de sangre, una catástrofe.

 

El Nacional

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