Hace diez años que el mercado de Estados Unidos se abrió de par en par a República Dominicana, pero en vez de incrementarse en volumen y valor, las exportaciones nacionales a ese destino decrecieron en -0.9%, mientras que el déficit comercial se incrementa de manera sostenida.
La región de Centroamérica, signataria también del Acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos (DR-Cafta), ha aumentado sus ventas al mercado estadounidense entre un 2.5% y un 19%, así como sus exportaciones al territorio dominicano.
¿Por qué el DR-Cafta ha sido como misa de sanación para economías como las de Costa Rica, Nicaragua, Guatemala y El Salvador, y en cambio un agudo dolor de cabeza para República Dominicana?.
Un informe del Ministerio de Economía y Planificación sobre el comportamiento de ese esquema de integración comercial en diez años, revela que las exportaciones de textiles de Haití a Estados Unidos alcanzan los 900 millones de dólares, mientras las dominicanas ascienden a US$851 millones. ¿Por qué?.
En ese estudio se intenta resaltar “un cambio importante” en la matriz exportadora del país, porque ahora es “menos dependiente en productos textiles”, pero eso no justifica que una economía maltrecha como la de Haití, supere a la dominicana en volumen y valor de sus exportaciones textileras a Estados Unidos.
Puede decirse que las importaciones de productos y servicios desde Estados Unidos aumentan de manera significativa, mientras decrecen las exportaciones, lo que impacta de manera negativa sobre la cuenta corriente de la balanza comercial dominicana.
El Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica constituye una realidad imposible de modificar en las actuales circunstancias, por lo que se requiere que Gobierno y sector productivo asuman en lo inmediato el compromiso de revertir tan penosa situación, mediante políticas públicas y acciones empresariales de gran envergadura y largo alcance.
Ante tan desalentadores resultados de diez años del DR-Cafta, es imperativo que el Estado e iniciativa privada concreten una alianza estratégica a los fines de recomponer la oferta exportable nacional, iniciar una ofensiva de promoción de comercio en los mercados del DR-Cafta y, sobre todo, cambiar la mentalidad insular que prevalece en el Gobierno y el empresariado.