Editorial

Desliz inglés

<P><STRONG>Desliz inglés</STRONG></P>

En coincidencia con la visita  de una delegación de empresarios ingleses que procuran invertir  en República Dominicana, el  embajador  británico afirmó que  fue mal interpretado cuando denunció que  al menos una  empresa tuvo que marcharse  del país acosada por soborno y que otras  sufren ese tipo de presión delictuosa.

 Como quien cambia de ropa y pose, el  embajador  Steven Fisher proclama ahora que  aquí prevalece un buen clima para la inversión, en contradicción con sus imprudentes declaraciones de que  la corrupción fue causa  de  la  emigración de  capitales ingleses y de que la  inseguridad jurídica se ha convertido en un problema delicado.

La  denuncia del diplomático parece desmentida con la presencia aquí de  representantes de  al menos ocho empresas británicas vinculadas  a las áreas de construcción, energía renovable, turismo, arquitectura y construcción, atraídas por el óptimo clima de negocios.

Más que  alegar que sus palabras fueron mal interpretadas, el embajador Fisher debería disculparse por violentar elementales normas diplomáticas  que aconsejan que  denuncias de ese  tipo se canalicen por vía de la Cancillería con la documentación o pruebas que las avalen.

La  compañía  inglesa que el  señor Fisher definió como importante empresa que se marchó del país por presunto soborno, parece ser una    compañía contratista que tuvo problemas judiciales  originados en la interpretación de  contratos de construcción de obras públicas, pero sin  aparente conexión con soborno. El diplomático  tampoco  reveló los nombres de otras inversiones  que dijo  serían  víctimas de  chantaje.

Nunca se sabrá la razón por la cual  el embajador inglés formuló tan peregrina denuncia pública,  porque no sería posible creer que  un diplomático de ese nivel  desconozca que asuntos de esa naturaleza se  tratan por  vía de nota  diplomática al Ministerio de Relaciones Exteriores.

El propio embajador inglés se desmiente a sí mismo al señalar ahora que  República Dominicana es un buen país para las inversiones y que  como muestra  de ello, su embajada  subsidia la visita  al país de  empresarios británicos interesados en  recabar oportunidades de negocios.

Un inadecuado uso de lenguaje imperial provocó un desatino mayor por parte del enviado inglés que ha tenido que recoger  sus palabras ante la realidad de que  empresarios  británicos vienen a esta tierra de primacías sin el ropaje de Francis Drake atraídos por un adecuado clima de inversiones, del que  se han aprovechado otros muchos inversionistas del Reino Unido.

El Nacional

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