Para los niños, que sus dientes de leche se flojen es toda una felicidad, pues saben que están creciendo, y lo más importante para ellos, conseguirán una remuneración debajo de su almohada, gracias al “hada de los dientes” o “el ratoncito Pérez”, depende de la historia que le cuenten.
Es un proceso normal en el desarrollo dental de los niños. Por lo general comienzan a caerse entre los 6 y 7 años de edad, aunque puede variar de un niño a otro.
Los primeros dientes en caer son los incisivos centrales inferiores, seguidos por los incisivos centrales superiores, luego los posteriores, como los molares y los caninos, expone el odontólogo Luis Pérez Mejía.

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Pero no todo es color rosa, existen factores que pueden entorpecer la caída de los dientes de leche, así como la salida y posición normal de los permanentes, “algunas de las causas son: la retención del diente de leche por falta de espacio, factores genéticos de desarrollo óseo o dentario, traumatismos; malos hábitos como chuparse los dedos o uso de teteras y bobos durante tiempo prolongado, estos pueden hacer presión sobre los dientes y el huesos pudiendo causar deformaciones y mal posicionamiento de los dientes”.
En caso de que se dificulte su caída, el doctor aconseja tomar medidas para asegurarse de que la erupción de los dientes permanentes se produzca de manera adecuada.
“Asistir al consultorio odontológico es esencial, y recibir la atención del odontólogo pediatra, quien evaluará y diagnosticará la situación mediante exámenes clínicos y radiográficos”, sostuvo el galeno de la Clínica Cruz Jiminián, quien además destacó que una visita al consultorio del dentista también es necesaria cuando el nuevo diente sale detrás del de leche.
“Es necesario acudir al consultorio para hacer la extracción del diente de leche y con el crecimiento y desarrollo del niño, el hueso maxilar y mandibular crecen y con la lengua dentro de la cavidad oral con los movimientos normales puede ayudar a llevar el diente a la posición normal, el odontólogo determinara el tratamiento”, dijo.
Los hábitos
Para asegurarse que los nuevos dientes permanezcan sanos, los padres deben establecer hábitos de cuidado e higiene oral, como: un cepillado regular bajo supervisión de un adulto, una alimentación saludable limitando el exceso de dulces y azúcares, evitar malos hábitos como chuparse los dedos y realizar visitas frecuentes al consultorio odontológico programadas con odontopediatría, esto ayudará a prevenir problemas dentales futuros.