Las relaciones dominico- haitiana se han tornado tensas en virtud de las declaraciones desafortunadas del canciller de Haití, Claude Joseph, quien afirmó que nuestro país vive un estado de inseguridad, donde impera la delincuencia, al intentar hacer comparaciones con la situación de Haití, cuyo estado colapsó y esa nación cayó en manos de bandas crimínales, fuertemente armadas, que se dedican a matar y secuestrar extranjeros, algunos de los cuales han sido asesinados.
El sistema de alerta de los Estados Unidos aconseja no viajar a Haití en ningún caso debido a los secuestros, disturbios civiles y la criminalidad, y su canciller entiende que ese mismo panorama reina aquí, por los que ambos países deben aunar esfuerzos para enfrentar la decisión del gobierno norteamericano.
Una sugerencia desatinada y burlesca que el presidente Luis Abinader, ha respondido aumentando los controles migratorios e instruyendo al Ejército de reforzar la frontera con 11 mil soldados, apoyados con tanquetas armas pesadas, helicópteros bien artillados y otros equipos militares para repeler e impedir que las bandas crimínales haitianas, se lancen a una aventura contra nuestro territorio.
La cual sería una acción temeraria que recibiría una respuesta contundente. En consonancia con la actitud firme del gobierno, el presidente Abinader arreció las deportaciones de indocumentados y suspendió, de manera indefinida, el visado a los estudiantes haitianos que cursan estudios en algunas universidades.
Esas respuestas son las apropiadas para no permitir ni por un ápice una avalancha desenfrenada de pandilleros y crimínales del vecino país, protegiendo nuestra soberanía y la seguridad ciudadana.
Y lo peor de todo, es que las bandas crimínales tienen casi todo el poder político, pues de sus núcleos dirigenciales emanan las decisiones del día a día de Haití que según el gobierno norteamericano se aprestan a realizar ataques relámpagos en grupos de motocicletas contra quienes sus adversarios y que incluyen a la propia embajada de Estados Unidos.
Actualmente, los facinerosos se dirigen a ocupar la línea limítrofe de la frontera, lo que podría degenerar en un enfrentamiento con las tropas dominicanas, listas para contestar cualquier agresión de las pandillas u otros elementos sediciosos.
Hoy la frontera luce en estado de guerra, dado la incertidumbre que se registra en Haití, lo que ha originado una alta preocupación de los pueblos de la Línea Noroeste, los cuales también se preparan para combatir en caso de que suenen los tambores.