El inicio del año escolar en nuestro país, y muy en particular en la ciudad de Santo Domingo, es visto como el regreso de los tapones. Es evidente que las escuelas, específicamente el traslado de estudiantes hacia y desde estas, son un factor material en el caos vehicular que impacta a nuestras ciudades.
Parte de lo que contribuye a esa situación es que en nuestro país los distritos escolares operan en gran medida sólo como un nivel burocrático adicional dentro de las capas del papeleo del sistema educativo, y no tienen relevancia práctica sobre los estudiantes y sus padres al momento de decidir el colegio en cual inscribirse, por múltiples razones, incluyendo el tránsito vehicular en nuestras ciudades, esto debe cambiar.
En otros países es obligatorio inscribir los alumnos en escuelas ubicadas dentro del distrito escolar donde este reside, y el intento de inscribir alumnos en escuelas fuera del distrito escolar que le corresponde puede ser sancionado con multas y hasta prisión.
Entiendo que en las ciudades de nuestro país se puede experimentar con este modelo, aunque no se incluyan sanciones tan severas como las vistas en otros países.
Para enfrentar el problema del tránsito vehicular en el curso del año escolar, se puede poner especial ojo sobre las escuelas privadas que operan dentro de nuestra ciudad y crear un esquema regulatorio en el proceso de enrolamiento de estudiantes que estimule la matriculación de estos en escuelas que queden razonablemente cerca de donde reside el estudiante, diseñando distritos escolares para atender de forma específica esa necesidad.
Va a ser un poco cuesta arriba solucionar el problema del tránsito en nuestras ciudades si una familia que vive en Cuesta Hermosa III de Arroyo Hondo apunta a sus hijos en el Colegio Calasanz en la Ave. Independencia, o si los que viven en El Millón ponen a sus hijos en el Colegio La Salle. Los estudiantes deben estar lo suficientemente cerca de sus centros educativos como para llegar caminando o en una ruta corta en autobús, de lo contrario nuestros colegios van a seguir siendo concentradores de tránsito y generadores de tapones afectando toda la ciudad.
No creo que una prohibición funcione en nuestro país, pero establecer una tarifa adicional a la matrícula para inscribir alumnos en colegios fuera del distrito escolar que le corresponda puede ser una alternativa viable, que pudiera parcialmente financiar las otras necesidades de una iniciativa de este tipo que debe incluir una red de transporte escolar.
Por supuesto, un plan de esta naturaleza necesariamente tendría que ser implementado en un período de varios años, correctamente comunicado y estudiado en cada etapa de su implementación para poder atender las necesidades de cada nuevo distrito educativo que se sume a este plan.
Lo que sí entiendo que no es correcto es sentarnos de brazos cruzados aceptando los tapones del año escolar como una especie de castigo divino ineludible que todos debemos aceptar para la redención de nuestros pecados. Hay múltiples factores que inciden en el problema, y el tratamiento de los distritos escolares y la matriculación de los estudiantes es uno muy importante de ellos, por lo que debemos darle cara a la situación para eventualmente llegar a una solución.