Opinión Editorial

Doña Mary

Doña Mary

Doña Mary Pérez de Marranzini, quien falleció el jueves a los 98 años de edad, consagró su vida a servir a los demás, con lo que labró el perfil del ciudadano solidario que requiere República Dominicana para poder abrirse paso y crecer en un mundo signado por injusticia, egoísmo, intolerancia e indiferencia.

Fundadora de la Asociación de Rehabilitación, en 1963, iniciativa que concibió nueve años antes, cuando uno de sus hijos contrajo poliomielitis, para crear una institución que convirtiera la rehabilitación en derecho accesible para todos los ciudadanos.

Al día de hoy, la asociación opera 35 centros que brindan servicio cada día a unas 7,500 personas sin importar su condición social o económica, quienes acceden a servicios que incluyen dotación de prótesis y empleo de equipos de última generación.

La ingente labor de doña Mary desbrozó caminos y elevó nivel de conciencia para que la iniciativa privada cultive la responsabilidad social a través de emprendimientos solidarios relacionados con la salud, educación, medio ambiente, promoción de empleo y deporte.

La sociedad dominicana urge de una mayor dosis de solidaridad y compasión como forma de fortalecer el árbol de equidad y justicia, cuyas raíces fueron regadas durante décadas por una mujer que supo combinar el inconmensurable amor filial con su pasión por servir a los demás.

El legado de esta dignísima mujer, representado en el modelo de gestión solidaria de la Asociación de Rehabilitación, no solo debe perdurar, sino multiplicarse en otros emprendimientos que promuevan la vocación de servir, enseñar, entrenar y multiplicar.

El mejor ejemplo de lo que ha significado esa institución lo representa el dato de que el año pasado ofreció 1.7 millones de servicios que ayudaron a mitigar problemas relacionados con discapacidades físicas causadas por enfermedades o accidentes.

Una sociedad agradecida despide a doña Mary Pérez de Marranzini, excelsa filántropa y madre ejemplar, con la promesa de que su obra y su ejemplo de bien perdurarán por siempre. Paz a su alma.

El Nacional

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