José Rafael Sosa

joserafael.sosa@gmail.com

GUADALAJARA. Aun cuando tenía una cierta fama de irreverente y cruda, nadie se esperaba del drama cubano “Conducta”, Ernesto Daranas, un retrato tan dramático y bien logrado de lo que es innombrable en Cuba.

Realizada con el respaldo del Ministerio de Cultura de Cuba, el Instituto Cubano de Artes Cinematográficas (ICAIC), la RTV Comercial la Asociación Cubana de Realizadores Audiovisuales, Conducta permite resituar la incónica fuerza de la joven cinematografía cubana (en Cuba los jóvenes directores están entre los 40 y los 50 años). Daranas, estremeció en el Festival de Cine de Guadalajara críticos, directores, gestores y periodistas especializados), con su drama que protagonizan Armando Valdés (como Chala) en un papel que marca una de las mejores actuaciones infantiles de vistas en este evento hasta el momento y la primerísima actriz Alina Rodríguez (Carmela, la maestra modelo de magisterio ético, irreverente ante la autoridad y consciente de su papel como guía de sus alumnos). A estas dos formidables actuaciones, se agrega el de Yuliet Cruz (como la madre alcohólica y promiscua del niño de 11 años). Daranas es un filme cargado de una denunciante sinceridad sin tepujo, tranformándola en un canto de la solidaridad entre cubanos de diversas generacions que deja resquicios a tanto drama cotidiano. El filme apoyado en la logística del Estado Cubano, es una de las críticas más formidables y artísticas ácidas al burocratismo estatal, a su verticalismo post-stalinista de ese mismo estado, al tiempo de exponer un drama seductor que hace correr las lágrimas endulzadas por el profundo humor negro del Caribe.

Sin ser lagrimógeno, e incluso con lances de humor negro de noble definición visual, Conducta sirve para medir el valor de la escuela, la educación y los maestros y maestras, frente a los conflictos en que se ven sus alumnos.

El personaje de Carmela, una veterana maestra de sexto grado con una larga trayectoria opera como conciencia ética y cuestionante firme de la burocracia y el verticalismo post-stalinista que pretende ver como falta grave, la colocación de una imagen de la Virgen de la Caridad en el mural “oficial” del curso.