La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha vuelto a sonar la alarma, esta vez con más dramatismo, sobre la crisis humanitaria a que está expuesto Haití a causa de la pandemia del coronavirus.
Sin equipos ni instalaciones para combatir la enfermedad y con una población que vive hacinada en barrios carentes de agua potable y de servicios sanitarios elementales, la empobrecida nación afronta un cuadro espantoso.
La comunidad internacional debe intervenir cuanto antes con acciones eficaces para evitar que una hambruna y los efectos del coronavirus provoquen la muerte de sabrá Dios cuántas personas en la vecina República.
Este país, que también lucha contra la pandemia y que tiene sus propios problemas, no puede hacer más que aliviar la dolorosa carga que han tenido que soportar los haitianos. De este lado de la isla han encontrado refugio y la manera de subsistir a través de la construcción, la producción agropecuaria y de diferentes actividades informales. Al advertir sobre la crisis que amenaza a Haití, la OPS destacó la carencia de alimentos.
Ante la parálisis que ha supuesto la cuarentena para contener la propagación del coronavirus el Gobierno se ha visto compelido a reactivar las operaciones de las empresas de zonas francas y de otros sectores.
Pero si la comunidad internacional no se moviliza con recursos suficientes en favor de Haití, la hambruna en torno a la cual ha advertido la OPS puede que no se haga esperar, con sus efectos devastadores.
La situación de Haití no es nueva, pero ahora es más grave.

