Opinión Articulistas

Dualidad RD-Haití

Dualidad RD-Haití

Alberto José Taveras

(La isla al revés)
Comprender la dualidad entre dos pueblos que comparten una misma isla y han seguido trayectorias tan distintas en cultura, historia y desarrollo económico es el eje de La isla al revés, ensayo político-histórico escrito por Joaquín Balaguer.

La obra se adentra en las diferencias históricas, culturales y raciales entre Haití y la República Dominicana, planteando que, a pesar de compartir un territorio, ambas naciones han recorrido caminos profundamente divergentes. El título resume la tesis central de que Haití habría invertido el “orden natural” de la civilización occidental tras su independencia en 1804. Según Balaguer, el país vecino instauró un modelo social y político que se desarrolló al margen de las corrientes modernas.

La metáfora de la isla invertida sugiere que la revolución de esclavos, aunque pionera y heroica, representó un quiebre frente a los modelos que guiaban a las potencias coloniales de la época. El ensayo comienza con un análisis de los orígenes coloniales diferenciados.

La parte española, hoy República Dominicana, se consolidó bajo un sistema socioeconómico mestizo con fuerte influencia hispánica.

Haití, por el contrario, se estructuró sobre un sistema esclavista más radical, cuyas secuelas moldearon su identidad nacional. Para Balaguer, estas diferencias iniciales explican gran parte de la divergencia en la evolución política y cultural de ambos países.

La revolución haitiana ocupa un lugar central en su análisis. Balaguer reconoce la audacia de los esclavos que lograron la independencia frente a imperios coloniales, pero cuestiona sus efectos políticos y culturales.

A su juicio, Haití adoptó un modelo que rechazó las bases europeas de la civilización, distanciándose de lo que él consideraba los fundamentos del progreso.

Otro eje del libro es la cuestión racial. Balaguer enfatiza que la dominicanidad se formó en un crisol mestizo con herencia europea, mientras que la identidad haitiana, en su visión, se cimentó sobre la afirmación de la negritud.

Esta diferenciación racial, según el autor, ha sido determinante en las tensiones históricas entre ambos pueblos.

La ocupación haitiana de 1822 a 1844 se describe como un período de afrancesamiento y de imposición cultural que reforzó el sentimiento de resistencia dominicana y consolidó la identidad nacional.

Finalmente, Balaguer advierte que la convivencia en la isla seguirá marcada por tensiones y propone la defensa de la identidad dominicana mediante políticas migratorias y protección de las fronteras culturales. Definitivamente la dualidad dominico-haitiana es una isla al revés.