Del patricio Juan Pablo Duarte, de cuyo natalicio se conmemora este domingo el 207 aniversario, suelen recordarse sus frases como referencia de su compromiso con la libertad y la independencia, así como de su amor a la patria.
La verdad es que expresiones como “Vivir sin patria es lo mismo que vivir sin honor” reflejan el sentimiento y la grandeza del padre de la nacionalidad dominicana.
Otras reflexiones como “Nuestra patria ha de ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se hunde la isla” o “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones” traducen la determinación con que Duarte, que nació en 1813 en Santo Domingo, asumió su lucha a favor de la creación de un Estado soberano.
La Trinitaria y La Filantrópica fueron algunos de los movimientos que ideó para liberar el territorio de la ocupación haitiana con la proclama del 27 de febrero de 1844.
En un momento en que esta parte de la isla es invadida por cientos de miles de haitianos, que huyen tanto de la pobreza como de la inestabilidad política, no solo los “nacionalistas” han recurrido al pensamiento del patricio con frases como “El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico… o no tendremos patria y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional”.
El Duarte que proclamó que “La nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad personal, civil e individual, así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen” supo predicar con el ejemplo sobre la pulcritud con que se administraban los recursos públicos. Tras declararse la independencia fue enviado a una misión a Baní, para la que recibió una dotación de mil pesos, el patricio rindió cuentas de los gastos en que incurrió y reintegró 827 pesos que le sobraron.
El Duarte de la integridad y honradez también tiene que recordarse en cada nuevo aniversario de su nacimiento, más todavía en un período en que abundan las denuncias de dilapidación de los recursos públicos, enriquecimiento ilícito, lavado de activos, sobornos, encubrimiento y otras prácticas que contrastan con los homenajes que se rinden al patricio.
El padre de la nacionalidad, que sacrificó el patrimonio de su familia para la causa independentista y que murió en el exilio en Caracas y en la más abyecta miseria, es más digno de que se le imite que de las ofrendas y los discursos con que se resalta su histórica figura.
Cada aniversario de su nacimiento es siempre una ocasión propicia para recordar que por una causa tan noble como la libertad y la independencia del pueblo dominicano él y su familia terminaron desterrados y en la pobreza.