Editorial

El aborto

El aborto

El día anterior de que la Cámara de Diputados aprobara el Código Penal que condena el aborto con prisión de cuatro a diez años, fueron hallados en una urbanización de Santo Domingo Este seis fetos dentro de una funda plástica, provenientes quizás de algún lugar dedicado a esa práctica que la ley penaliza.

Resulta sintomático que con la aprobación del referido Código en el que se estipula que se castiga con prisión a la mujer, médico, partera, farmacéutico u otro profesional que cause o ayude a interrumpir un embarazo, se encuentre, no uno sino varios embriones lanzados en la vía pública.

¿Acaso el endurecimiento de las sanciones penales reduciría los miles de casos de abortos que se practican a lo largo y ancho del territorio nacional? ¿Es ético o ilegal que una mujer considere que le asiste derecho de interrumpir el embarazo?.

En el nuevo Código Penal se retiró el apartado que consignaba a una ley especial los requisitos para considerar legal o viable el aborto terapéutico, por lo que el personal médico o paramédico se arriesga a sufrir penas aflictivas al intervenir en una interrupción de embarazo, aun sea para salvar la vida de la embarazada.

La Constitución de la República estipula el derecho inalienable a la vida desde el momento de la concepción, por lo que la preservación y desarrollo del embarazo tiene rango constitucional, sin que la ley fije claramente ningún tipo de reparo o justificación para su interrupción.

En la dramática vida real, miles de mujeres, incluidas niñas y adolescentes, acuden a centros de carnicerías humanas para interrumpir un embarazo no deseado, tareas que muchas veces emprenden por propia cuenta por vía de consumo de brebajes.

El drama del aborto no es solo de naturaleza jurídica, religiosa o ética; es fundamentalmente social, como lo demuestra el hecho de que más del 20% de las parturientas en maternidades públicas son niñas y adolescentes, la mayoría de las cuales ha tenido experiencia en interrupción del embarazo.

No se sabe todavía si llenar las cárceles de mujeres, parturientas, médicos, enfermeras y farmacéuticos ayudará a disminuir el alarmante número de abortistas o que se encuentre una funda llena de fetos en cualquier basurero.

El Nacional

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